AFF 2017: Europa y la mirada femenina
El mito de Europa tiene como protagonista a una joven mujer fenicia raptada por Zeus, el cual se camufló bajo la apariencia de un toro y la guió hasta Creta, donde Europa se convertiría en una auténtica reina. Las cuestionables dotes seductoras del dios griego fueron plasmadas, entre otros, por Ovidio, pero que un poeta latino escriba tu perfil de Tinder no exime de que quizá deberías empezar a concebir a la mujer como algo más que una metáfora para hundir los cuernos de tu deseo patriarcal. Filmin y el Atlántida Film Fest proponen una forma menos mitológica de mirar a lo femenino y a Europa. Laura Mulvey, eminente feminista y docta de la teoría cinematográfica, elucidaría el concepto de escopofolia, voyeurismo y representación de la mujer en el cine en su ya referencial ensayo "Placer visual y Cine narrativo". En él, Mulvey denunciaría la presencia de una ominosa mirada masculina heteropatriarcal, cuyo discurso relega a la mujer a cuotas de infrarepresentación.
El Atlántida Film Fest y Filmin os acercan una selección de títulos que cortan ese ojo patriarcal a la manera de "Un perro andaluz", proponiendo una nueva mirada femenina a través de autores que legitiman la posición de la mujer. Filmin cree en la Europa que mira a la mujer, la Europa del Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE), el cual a través de su Índice de la Igualdad de Género nos enseña que queda mucho camino por recorrer para alcanzar la equidad. Sin embargo, estos filmes demuestran que la mirada femenina de Mulvey -y la de cualquiera- puede alcanzarse, a través de autores europeos que a pesar del contexto en materia de igualdad de sus países, apuestan por una mirada femenina abierta al cambio. El Atlántida Film Fest y Europa apuntan su mirada.
Salta a la vista: Un 52.9, esa es la media europea en el Índice de Igualdad de Género, muy lejos de los objetivos marcados para el 2020 y prueba de que en el continente europeo, supuesta cuna de los derechos humanos, todavía se camina con una venda en los ojos.
Con la mirada puesta: En la crisis de los refugiados, los niños que ahogan sus sueños en las costas del Mediterráneo y las dudas de la Unión ante uno de sus mayores desafíos hasta el momento.
La mirada de: Vanessa Redgrave. Mulvey argumenta que el nacimiento de un star system en el Hollywood de finales de la década de los años 20 creó una cierta ilusión de liberación de la mujer. Por primera vez, el glamour de las artistas parecía indicar la existencia de una audiencia cinéfila femenina que conectaba con estas celebrities, disfrutando y ejerciendo la libertad de fascinarse ante la imagen. Sin embargo, ese star system cedió ante las necesidades de promover un sistema de consumo, un way of live en el que la mujer no formaba parte de la subjetividad del cinematógrafo, sino de una industria que necesitaba (y necesita) generar objetos de consumo, de fascinación masculina. La libertad sexual queda relegada a la cadena de montaje del erotismo por y para hombres. Redgrave es una figura clave del séptimo arte, y jamás necesitó adherirse a un star system para conquistar Cannes, a la audiencia y a la crítica. Su discurso contra la gestión de la crisis de los refugiados es la voz de la autoridad, de una mujer que dio alas a la libertad y a la mirada femenina con obras como "Isadora". Un ensayo doloroso, pero necesario.
Un guiño a: "Lampedusa in Winter", dos obras clave y de una lucidez hiriente que dan testimonio de una Europa que necesita estar a la altura de los desafíos que se le plantean.
Salta a la vista: 53.6 para España y 55.3 para Alemania sobre 100 en el Índice de Igualdad de Género, un largo recorrido para alcanzar la igualdad en ambos países. Quizá eso del feminismo no sea cosa de twitteras insatisfechas, y no, el feminazismo no te hace sonar como una víctima. Julia tendría que irse de Erasmus al Polo para no encontrar a hombres que pidan un día del orgullo hetero.
Con la mirada puesta: La llamada migración exterior, o exportación de talentos. No seas apátrida y vayas a llamarlo fuga de cerebros. Un testimonio de una generación millennial que busca su lugar en el mundo aunque rara vez pueda ubicarse hasta dentro de su propia casa. Juventud sin rumbo pero con la curiosidad como brújula.
La mirada de: Júlia, una estudiante Erasmus que abandona el gótico barcelonés por el eclecticismo berlinés. El síndrome del eterno viajero, la soledad, el cambio, las risas, las lágrimas, beber en otros idiomas y amar sin fronteras. Descubrir, temer, crecer y sentirse pequeño en una Europa que brinda esa oportunidad. Pero Júlia es Elena Martín, otra directora, otra mirada, otra muestra de esas nuevas voces del cine catalán donde el género femenino mira al mundo con los ojos abiertos. Elena Martín, Maria Coll, Carla Simón, Liliana Torres, Neus Ballús, Leticia Dolera o Nely Reguera, entre otras, son las mujeres que nos enseñan que a pesar de la miríada de miradas que existen sobre el cine, es posible dar cabida a un punto de vista en el que lo femenino no sea un fetiche embalsamado en celuloide. Ten fe, Laura Mulvey.
Un guiño a: La mirada arrebolada de Greta Gerwig correteando entre el azaroso devenir, la duda y los charcos de Nueva York en "Frances Ha" y el reverso existencial de Sofia Coppola en "Somewhere". El porcentaje de estrenos dirigidos por mujeres en España no llega al 30%, y "Wonder Woman" no es el mejor ejemplo de mirada femenina.
Salta a la vista: 38.3 de puntuación para el país heleno en materia de igualdad, probando que quizá hay crisis igual de graves que la económica.
Con la mirada puesta: En las ruinas de la crisis, los sueños rotos y la infancia del poscapitalismo paseando su curiosidad e incólume ánimo por los restos de la ambición desmedida.
La mirada de: Un grupo de niños, tutelados por Stevenson y con las dosis de realidad que le faltaban a Peter Pan. Mulvey ha manifestado en sus escritos cómo durante años Hollywood percibía a la audiencia femenina como un conglomerado de mujeres con más derechos pero con poca libertad para cuestionar lo que veían. De este modo, la apuesta por melodramas, por ficciones televisivas que exaltaban el romanticismo más inánime y victimista moldearon una imagen errónea del "gusto femenino". Por suerte, todo cambia, y el debut de Sofia Exarchou no solo rompe con el tono cáustico, pesimista y exacerbado del nuevo cine griego, sino que demuestra que la mirada femenina es simplemente, tan universal y asimilable como la de cualquier artista. Su debut merece estar en el Olimpo, aunque nuestro compañero Joan Sala os lo explica mucho mejor.
Un guiño a: Un retrato generacional digno de "This is England" con la sutileza de Ruben Östlund en "Play".
Salta a la vista: 37.9 de puntuación para el país vecino. El Oporto descrito por Gabe Klinger en una nostálgica mezcla de formatos emana una pátina de cinefilia que evoca a los maestros que tan bien conoce. Sin embargo, parece que Portugal necesita de más igualdad si no quiere entonar un fado por la brecha de género.
Con la mirada puesta: En amar el cine. Reverenciar a Woody Allen, a Eustache, a Jarmusch, a Wenders. Un fotograma de "Porto" alimenta durante un día a las almas que pululan por las filmotecas.
La mirada de: Mati, y de Jake. Laura Mulvin elucidaría una tesis interesante. La representación clásica de la mujer es la de un elemento sexualizado, glamouroso, un objeto de conquista hacia el cual el espectador masculino despliega una mirada voyeurística. Ese misterio inicial de la mujer como elemento de conquista se desvanece cuando su erotismo es absorbido por el poder de la figura masculina protagonista. La mujer, para Freud, es una amenaza de castración, pero según Muley esa amenaza desaparece cuando la diégesis narrativa la supedita al "encanto seductor" del hombre o la simplifica como mero objeto de deguste estético. En "Porto", la historia de amor disloca la mirada masculina. Mati es una mujer compleja, y Jake no puede aspirar a conquistarla. Tampoco funciona como objeto erótico, y es que Klinger teje un complejo cuadro de lugares, recuerdos, sombras de amor y encuentros en los que Mati y Jake se abandonan al anodino deambular de una vida que les es ajena, refugiándose en una pasión tan destructiva como salvadora. La mirada femenina de Klinger consiste, ni mas ni menos, en despojar a lo femenino de cualquier elemento supraterrenal.
Un guiño a: Klinger es crítico de cine. Parece querer emular a un Cesar Monteiro postmoderno hilvanando tantas referencias como pueda. El resultado no es un Frankenstein cinéfilo hecho a base de retazos. Es un ejercicio de estilo, saudade de amor que llora sobre el reflejo apagado del Duero. Desde Chantal Akerman -a la cual cede un pequeño papel-, pasando por el Lelouch de "Un hombre y una mujer", la mirada nostálgica de Oliveira y el tiempo frugaz de Varda en "Cleo de 5 a 7".
Salta a la vista: 38,5 de puntuación para Bulgaria y 43.8 para la República Checa, las propuestas de Ralitza Petrova y Petr Kazda junto a Tomás Weinreb no dudan en sumergirse en algunos de los factores explicativos de esos índices situados por debajo de la media europea.
Con la mirada puesta: "Godless" apunta hacia la miseria, la pobreza y la moral del superviviente como elementos redentores de la culpa, y "Yo, Olga Hepnarová" ahonda en la mente de una psicópata y la injerencia del entorno como moldeador del crimen. En ambos films es el entorno y el contexto social los que juegan con la audiencia.
La mirada de: Gana en "Godless", una enfermera que trafica con la identificación de los ancianos que cuida, haciendo equilibrios entre una madre enferma, un novio al que le une su adicción a la morfina y un crimen. Olga en "Yo, Olga Hepnarová", una joven frágil, solitaria, cuyo instinto homicida se ve alimentando por su deambular entre centros de acogida, una sexualidad frustrada y la indiferencia del entorno. Ambos films rehuyen la mirada patriarcal descrita por Mulvey, y cualquier representación estereotípica de la mujer. Gana y Olga no son objetos, ni amores a conquistar o mujeres modelicamente talladas por el convencialismo. Acosadas por la culpa, la redención, y sobre todo, el leitmotiv común a ambas obras: la sociología del entorno como elemento opresor. En "Godless" Gana vive en la marginalidad, dicha marginalidad la conduce a un crimen, cuya redención está vinculada a una fe que se proyecta más allá de la tristeza de lo urbano y de una caridad inesperada.
Olga sufre las consecuencias de una mente atribulada. El gran mérito del film radica en su manifiesta ambigüedad, la cual no exime o intenta justificar la atrocidad de sus actos, pero arroja una sombra de sospecha bajo la cual Olga se erige en una víctima extrañamente cercana. Michalina Olszanska ofrece una actuación compleja, llena de claroscuros. Su Olga deambula entre la Ida transida por la duda y la incomprensión y el guiño tímido a una especie de Ana Karina que no oculta su homosexualidad, aunque ello suponga la condena de un entorno que poco a poco le deja sin espacio. "Yo, Olga Hepnarová" ofrece una planificación visual de una notable riqueza significante: en compañía de su familia Olga se oculta en el plano, es marginada; la Olga de la fatal seducción llena el plano. "Godless" y "Yo, Olga Hepnarová", miradas femeninas lúcidas y complejas, nubladas por la miseria e incomprensión, probablemente dos de las perlas de esta edición del Atlántida.
Un guiño a: "Godless" mira de tú a tú al retrato de la miseria moral y la mimetización de la realidad desplegada por genios como Andrei Zvyagintsev en "Elena", y al eco del silencio y las heridas mudas filmadas por el insólito Sharunas Bartas de "Peace to us in our dreams". "Yo, Olga Hepnarová" navega entre los silencios culpables de "La cinta blanca" el poder del plano en "Ida" y la psicología de la locura digna de Kachyna, Vlácil o Herz en "El incinerador de cadáveres".
Salta a la vista: 39.8 de puntuación para Croacia en el Índice de Igualdad de Género. El trabajo de Zrinko Ogresta cobra relevancia en una Croacia que empieza a construir su presente sin olvidar los fantasmas del pasado.
Con la mirada puesta: Las cicatrices del tiempo, el perdón, la redención y el amor. Una mujer que todavía reconstruye su vida tras la guerra del pasado.
La mirada de: Vesna. "On the other side" es una historia sobre un presente con miras al pasado. Vesna intenta sacar adelante a su familia en una Croacia que todavía tiene que cicatrizar muchas heridas. La historia de Vesna sobrecoge, y el film de Ogresta se mueve en una delgada línea entre el intimismo y la superficie más dolorosa. Mulvin desgrana en su ensayo otro mecanismo inherente a la mirada masculina: no solo estriba en la escopofilia o acto voyeuristico de sexualizar lo femenino, sino en la necesidad de construir un ego a partir de la identificación con la figura masculina hegemónica. La mirada patriarcal en el cine desviste a la mujer de su halo de misterio bien en la propia narración o convirtiéndola en un fetiche. La narración despliega mecanismos de empatía que le sirven al hombre para construir una imagen de si mismo reforzada. La narración de Vesna no deja lugar para la identificación o alimentación del ego. Su historia es la de una mujer real, frente a un fantasma del pasado, y la desnudez de su alma se narra a partir de confesiones y decepciones. La cámara encierra su rostro, difuminando el fondo. Vesna solo se tiene a si misma.
Un guiño a: Un cruce entre el Gavras introspectivo de "La caja de música" y "Mandarinas".
Salta a la vista: Un 33.7 de puntuación en el Índice de Igualdad de Género para Rumanía, el dato más bajo de toda la Unión Europea, y que dota de mayor valor a la propuesta de Adrián Sitaru.
Con la mirada puesta: En la esclavitud sexual y trata de mujeres, pero también en la ética periodística y el machismo que no llena la sección de sucesos.
La mirada de: Radu, un joven periodista que intentará cubrir la historia de dos menores forzadas a prostituirse y agredidas sexualmente, con el fin de destapar lo que considera una verdad incómoda. Mulvey definiría la escopofobia freudiana como el placer estético de observar un objeto. La mujer encontraba en el cine un medio de cosificación, en el que la imagen y la oscuridad de la sala permitían al hombre satisfacer una mirada curiosa a partir de la cual la mujer se reducía a un objeto de placer estético, de afirmación sexual. Radu es un periodista en búsqueda de una verdad que acabará por incomodarle, y es que Sitaru firma un film en el que la joven prostituida acaba por convertirse en objeto sexual primero, y pieza periodística después. Su mirada queda anulada en medio de un mundo de hombres que ignoran su verdad del mismo modo que abofetean su dignidad.
Un guiño a: Import/Export, obra clave de Ulrich Seidl, un testimonio de la búsqueda de la dignidad femenina, la opresión, y la mirada femenina atravesada por los condicionantes de la miseria, el fracaso y la pobreza.
Salta a la vista: De nuevo Rumanía con su 33.7 de puntuación, y de nuevo Adrian Sitaru dando una lección de cine y desnudando la mirada patriarcal de su país a medio camino entre la observación más voyeur y la disección de la institución familiar.
Con la mirada puesta: En el incesto, el aborto y la institución familiar como prolongación del dominio patriarcal.
La mirada de: Sasha y Romeo, dos hermanos y una familia bajo el mismo techo. Un romance más allá de lo fraternal y un padre como eminente autoridad patriarcal y foco de conflicto dramático. Sitaru refleja nuevamente la problemática de la mirada femenina y la representación de la mujer plasmando a través de Sasha la presión masculina. A través de un hermano que quiere decidir por ella, de un padre que impone su decisión del mismo modo que "salvaba" a mujeres del aborto y de un hermano mayor que asume la función de pater familias con buena intención, todo ello bajo el marco de la confrontación física y la lucha como elementos perpetuadores de lo masculino. En el medio se encuentra Sasha, cuyo denuedo y frustración no encuentran amparo en la familia. Mulvey y Sitaru se dan la mano al reflejar a una mujer que esta vez no es objeto sexual o periodístico, sino objeto de lucha y sobreprotección por parte de una mirada masculina que decide por ella.
Un guiño a: Al magnífico estado de forma del cine rumano, y sobre todo al impacto de sus propuestas que remite ineludiblemente a "4 meses, 3 semanas y días".