AFF 2017: "Park" el olimpo del nuevo cine griego
El suyo ha sido un debut incontestable. Buena cuenta de ello nos da el Premio a la Mejor Película de Nuevos Realizadores obtenido en el pasado Festival de San Sebastián, así como el Premio a la Mejor Ópera Prima que le han brindado los Premios del Cine Griego. Sofia Exarchou ha sorprendido a propios y extraños con "Park", y no precisamente por enmarcarse en la Nueva Ola Griega con todo lo que ello conlleva. Más bien, por alejarse de las principales señas de identidad que a nivel expositivo la abanderan. Todo ello y mucho más, en "Park". O lo que es lo mismo, nuestro estreno estrella del día de hoy en el Atlántida Film Fest.
¿De qué va?
Aislada y abandonada, rodeada por estadios deportivos en ruinas, la Villa Olímpica de Atenas es hoy un lugar casi desierto, cuyos únicos residentes son unas cuantas familias de clase trabajadora a las que se ofreció alojamiento gratis después de los Juegos del 2004. Atrapados en el interior de la Villa, un grupo de chicos deambulan entre las ruinas interpretando versiones distorsionadas de los Juegos Olímpicos y organizando apareamientos de perros por dinero.
¿Quién está detrás?
Sofia Exarchou (Atenas, 1979) ha trabajado como asistente de dirección en cine y publicidad desde 2004. Ha escrito y dirigido dos cortometrajes: "Distance" (2006) y el galardonado "Mesecina" (2009). En 2014 participó en el Sundance Screenwriters & Directors' Lab. Durante la elaboración de Park, su primer largometraje, ha recibido ya diversos galardones, como el Works in Progress del festival de Karlovy Vary / Eurimages, el Cinelink en el Festival de Sarajevo, y el CNC en el foro Crossroads del Festival de Tesalónica.
¿Quién sale?
Actores no profesionales en pleno apogeo que bien merecen ser reconocidos con nombre propio. Ellos son: Dimitris Kitsos, Dimitra Valgkopoulou, Enuki Gvenatadze, Lena Kitsopoulou, Yorgos Pandeleakis y Thomas Bo Larsen.
¿Qué es?
"El señor de las moscas" que rodaría Larry Clark.
¿Qué ofrece?
La de Sofia Exarchou es una aparición de esas que dejan huella. Y no precisamente por enmarcarse en la Nueva Ola Griega con todo lo que ello conlleva. Más bien, por alejarse de las principales señas de identidad que a nivel expositivo la abanderan. Es decir, aquí no hay lugar a los golpes de efecto, ni mucho menos a ese inconfundible tremendismo que en todo momento parece atenazar y que sin embargo, nunca llega. Sorpresa, sorpresa, lo que la cámara de Exarchou ante todo emana es una incipiente ternura, un amor incondicional por los personajes que retrata. Y es que la debutante cineasta griega se rige por un enfoque cuasi documental, rebosante de fisicidad, pero también de romanticismo, a la hora de mostrarnos una generación perdida que se enfrenta a un destino irreversiblemente estigmatizado por los conflictos socioeconómicos que sufre su 'querida' Grecia. Hablamos de una suerte de tribu juvenil que rodeada por las ruinas de una Villa Olímpica solemne y gloriosa en su pasado, aunque olvidada y degradada a día de hoy (tal y como pasa con ellos, tal y como pasa con la propia Atenas), atisban la pérdida de la inocencia en plena pubertad. Un séquito tan vulnerable como temerario que tienen en el rito anárquico la única escapatoria posible al hastío existencial que constantemente les sacude y oprime. Apenas se aprecian diálogos mínimamente inteligibles en "Park", lo que si redunda en cambio es el bullicio y griterío que propulsan una incesante búsqueda de jolgorio que directamente les hace coquetear con el más crudo nihilismo. Será con la alienada aparición de los turistas que entren en una innecesaria búsqueda de aceptación. Algo de lo que se darán cuenta. El problema es la solución, que no hay como dar con ella. Tremenda (que no tremendista).