15 claves que quizá no conozcas sobre Joseph Losey
Aunque esta nueva edición del Festival de San Sebastián nos prive de su habitual retrospectiva temática, nos sigue ofreciendo la oportunidad de disfrutar de la obra completa de un cineasta clásico, siendo este año Joseph Losey la figura elegida para tomar el relevo a los estudios sobre las relaciones humanas de Jacques Becker, la fascinación por la aventura de Cooper y Schoedsack, los sólidos melodramas de la pionera Dorothy Arzner y las transgresiones del provocador Nagisa Ôshima, autores todos ellos revisitados estos últimos años por los encargados de esta imprescindible sección. Exiliado y políticamente marginado, Joseph Losey nos dejó hace más de treinta años. En junio de 1984, el director estadounidense, que fue duramente perseguido por el aquelarre anticomunista del senador McCarthy, murió sin cumplir su mayor sueño: volver al hogar. Lejos de la patria, desarrolló gran parte de su brillante e irregular filmografía: desde "El Sirviente", satírica obra maestra y uno de los mejores retratos de la lucha de clases jamás rodado, hasta la impopular "Modesty Blaise".
Su poderoso estilo visual, con el que intentaba atenuar las deficiencias de algunos de los guiones que se veía obligado a aceptar, logra ágiles y elegantes movimientos de cámara con los que consigue dar una importancia prevalente a los espacios y a los decorados, en un diálogo permanente con sus influencias teatrales. Su pasión por el jazz forma parte del núcleo de muchas de sus películas, y su constante uso de los espejos revierte en una duplicación angustiosa de la identidad de los personajes en una especie de transposición de su propia figura, la de un autor itinerante, poliédrico, imprevisible y profundamente estimulante. La represión de los estados, los personajes perseguidos, las relaciones de poder y las diferencias de condición social forman parte de los temas recurrentes de sus obras, sin duda un reflejo de su propia experiencia vital tras padecer el acoso de los gobernantes de su propio país. En Filmin, rendimos homenaje a este cineasta maldito, uno de los más influyentes de los años 60, del que quizá hay 15 claves que todavía no conozcas.
1-Mamá y papá: El exacerbado puritanismo anglosajón de la familia Losey marcó los primeros años de vida del director estadounidense, que pasó su infancia y adolescencia entre las diferencias culturales y de carácter de su padre y su madre. La jerarquía, la envidia, la dominación y las desigualdades sociales son sólo algunos de los asuntos que el cineasta extrajo de sus experiencias familiares y que, posteriormente, analizó en sus principales obras. La familia no se elige, Losey…
2-Antes que el cine, fue el teatro: La adultez desató al director del férreo control de sus padres. Losey abandonó los estudios de medicina en los que tanto había insistido su familia y se pasó a las letras. En los años 30, comenzó a frecuentar la Graduate School of Art and Sciences, donde tonteó con el periodismo radiofónico y, por fin, se introdujo en la escena teatral del momento. Como tantos otros cineastas, Joseph Losey encontró primero en las tablas, y luego en el cine, un medio para canalizar todo su potencial creativo. Su indiscutible talento como dramaturgo le permitió convertirse, además, en el responsable de varias obras en las que colaboró con el mismísimo Bertolt Brecht.
3-Al amparo de su maestro: Precisamente, Brecht fue una de las figuras imprescindibles en la formación de Losey, que inició una gran relación profesional y personal con el máximo representante del teatro épico. En 1947, ambos dramaturgos llevaron a cabo, en compañía de Charles Laughton, la versión inglesa de “La vida de Galileo” de Brecht –que posteriormente sería llevada al cine. Ese mismo año, Joseph Losey ayudó a su maestro a preparar su defensa frente al Comité de Actividades Antiamericanas, al que él mismo se enfrentaría algunos años más tarde. McCarthy y su lucha contra el comunismo determinaron, a partir de entonces, la vida del cineasta.
4-El muchacho de los cabellos verdes: Esta magnífica película, erigida en una parábola antibelicista, significó la ópera prima de Joseph Losey. Rodada en 1948, contó con el apoyo del productor Adrian Scott –que le animó para dar el salto a la pantalla– y el actor Robert Ryan, que un año antes habían estado en el punto de mira de McCarthy por su participación en el film “Encrucijada de odios”. Justo lo que Losey necesitaba para que los acólitos del macartismo le situaran en su punto de mira.
5-Con los enemigos: Que Losey se trasladase a la URSS en 1935 durante un viaje de estudios tampoco le ayudó a escapar de la atenta mirada del Comité, que lo consideró como una traición. No obstante, las enseñanzas en Moscú, donde el director quedó impresionado por el teatro soviético, las teorías de Piscator y la práctica de Meyerhold, valieron la pena –y la persecución del Gobierno estadounidense.
6-Caza de brujas: El aquelarre anticomunista creado por el senador más polémico de Estados Unidos acusó a Losey de relacionarse con enemigos de la patria. Entre ellos, el compositor alemán Hanns Eisler, para quien el director de “El muchacho de los cabellos verdes” había solicitado en una ocasión un visado de residencia –Eisler se trasladó a Norteamérica para componer la banda sonora de un film de marionetas que Losey rodó para la feria de Nueva York de 1939. La reiterada colaboración del cineasta con presuntos simpatizantes de la izquierda, como los guionistas Dalton Trumbo y Ring Lardner, el actor Howard da Silva o su propia mujer, Elizabeth Hawes, molestaron al macartismo, que sentó a Joseph Losey ante el Comité en la década de los 50. El director no hizo más que ratificar su condición de comunista.
7-Colaboración con el Gobierno: Las sospechas y acusaciones contra Joseph Losey contrastan con la dedicación que el cineasta rindió a su país. En la década de los 40, realizó dos cortometrajes –“A Child Went Forth” y “Youth Gets a Break”– para el departamento de Estado y casi sesenta films pedagógicos para la Human Relations Commission USA.
8-El juego de Hughes: Sobre la purga, que alcanzó su máxima en Hollywood, Losey contó una gran anécdota protagonizada por el célebre productor Howard Hughes. Según el cineasta, en 1948, Hughes comenzó a elaborar listas negras en la RKO, para la que él trabajaba entonces. Al parecer, el joven productor de “Scarface” se dedicaba a ofrecer a los cineastas del estudio la dirección de un film llamado “I Married a Communist”. Losey, que declinó la propuesta, comprendió después que la falsa película no era más que una trampa para determinar quién era “rojo”. Hughes consideraba que aceptar la oferta de un film con tan peculiar título dejaba al descubierto la ideología del director.
9-Lejos del hogar: Tras la incansable persecución ideológica, Losey se exilió a Inglaterra, donde se instalaría definitivamente. Lejos del hogar, desarrolló una brillante aunque irregular carrera cinematográfica. Su emigración le convirtió en un “cineasta maldito”, y trabajó bajo seudónimos como el de Joseph Walton, Victor Hanbury o Andrea Forzano. El pesimismo marcó este periodo vital y cinematográfico, del que derivaron películas como “El Criminal” (1960). Las auténticas joyas de su cine, como la magnífica trilogía compuesta por “El sirviente”, “El Mensajero” y “Accidente”, llegarían tiempo después.
10-M: Pero no sólo de guiones propios vive el hombre. Losey, con un estilo heredero del expresionismo, quiso rendir homenaje a uno de los más célebres representantes del movimiento alemán: Fritz Lang. Por eso, en 1951 rodó un remake de “M, el vampiro de Düsseldorf”.
11-Lo que no fue: Desafortunadamente, la película que no pudo rodar, también a modo de homenaje, fue la adaptación cinematográfica de “En busca del tiempo perdido”, la célebre novela de Marcel Proust, que esperaba convertir en su obra maestra. No fue el único proyecto nonato de Losey. Cabe recordar que, poco antes de haber sido incluido en las listas negras del macartismo, había sido seleccionado para dirigir “Sólo ante el peligro”, que pasó a manos de Fred Zinnemann.
12-No sin mi amigo: Si Bertolt Brecht fue uno de los pilares imprescindibles en la carrera teatral de Losey, Harold Pinter lo fue en la cinematográfica. Este último fue el guionista de “El sirviente” (1963), “Accidente” (1967) y “El Mensajero” (1970). La relación entre ambos dio grandes frutos: una hermosa amistad, una estrecha y prolongada colaboración profesional y una reluciente Palma de Oro.
13-Sin Óscar… El eterno exiliado de América no contó con el reconocimiento de la Academia de Cine, que jamás le nominó por ninguno de sus films. Uno de los directores más influyentes de los años 60 no obtuvo ninguna estatuilla.
14-Pero con Palma de Oro… Tanto sufrimiento dio lugar a recompensa y, en 1971, Joseph Losey subió al escenario del Palacio de la Croisette para recoger la ansiada Palma de Oro por “El Mensajero”, que ese año compitió con grandes de la talla de “Muerte en Venecia”, de Visconti, y “Johny cogió su fusil”, de Dalton Trumbo. Losey triunfó en Cannes con el clásico del cine británico.
15-La frustrada vuelta a casa: A principios de los 80, Losey estuvo a punto de cumplir su sueño de volver a Estados Unidos. Sin embargo, los dos proyectos cinematográficos que lo hubiesen hecho realidad fueron cancelados. La última película del director fue “Steaming”, estrenada póstumamente en 1985.
Para todos aquellos interesados en la obra de Joseph Losey que no puedan desplazarse hasta la capital donostiarra, o para aquellos que deseen revisarla con más calma tras el ajetreo festivalero, contamos en nuestro catálogo con algunos de sus títulos más destacables.