10 curiosidades que quizá no conozcas de "La Videoteca de Bergman"

Autor: Manel Domínguez

En una secuencia de este vigoroso retrato videográfico, el provocador cineasta Alejandro González Iñárritu visita Farô, la isla donde residía Ingmar Bergman. Fisgando por los entresijos de su descomunal colección de películas, y haciendo gala de su narcisismo crónico sobradamente conocido, Iñárritu se busca a sí mismo y le molesta encontrar a “Amores Perros” junto a “Wall Street”. Tomando esta pequeña anécdota como punto de partida, queda en evidencia la cinefília plural del sueco.  En dicha residencia, el maestro engullía películas una tras otra. Años después de su muerte, se pudo acceder a ella y por ende a su expansiva videoteca, desnudando al perfil cinéfilo del autor. E aquí 10 curiosidades sobre Ingmar Bergman que hemos aprendido tras ver “La Videoteca de Bergman”.


1. DE NIRO, SU ACTOR FAVORITO

Uno de los hechos que más nos ha cogido desprevenidos del pantagruélico armario de Bergman es la ingente cantidad de películas protagonizadas por Robert De Niro. La mayoría, pertenecientes a la época esplendorosa del actor italoamericano, los 70/80. Fue durante esas dos décadas cuando tuvieron lugar las colaboraciones más fructíferas con Martin Scorsese ("Toro Salvaje", entre ellas) y sus entradas más célebres en el cine europeo (“Novecento”). Años después, es sabido que Bergman adquirió la comedia de perfil bajo (aunque desternillante), “Una Terapia Peligrosa”, de Harold Ramis, en la que un desatado De Niro se dejaba psicoanalizar por un sereno Billy Crystal.


2. ERA EL FAN Nº1 DE LOS MUSICALES

Si De Niro es el actor más citado en la lista, es el género musical el que más hace flaquear las estructuras de las cedidas estanterias. En la colección se encontró una suma inusualmente enorme de musicales de todo tipo. Aunque pueda dirimirse que es un género que nunca abordó, si referenció su fastuosidad inherente en la puesta en escena de la descomunal “Fanny y Alexander”.


3. PLANTÓ A LARS VON TRIER

A pesar de unas declaraciones no demasiado afortunadas (como viene siendo habitual en la hemeroteca de este personaje) que le dedicó a Bergman en referencia a sus tiempos lúdicos sexuales individuales, Lars Von Trier le veneraba como un “padre cinematográfico”. De hecho, el cineasta danés le mandaba extensas cartas de pura admiración apelando a su benevolencia. La desilusión llegó cuando el bueno de Lars cayó en la cuenta de que Bergman jamás hizo uso del abrecartas para abrir las que le enviaba constantemente.


4. AMOR MUTUO CON ANG LEE

En los últimos años de su vida, Ingmar Bergman empezó a sentir debilidad por un cineasta que por aquel entonces, se encontraba dando el gran salto al cine occidental, Ang Lee. Como no podría ser de otro modo, la sombra de Bergman también se extiende hasta el propio Lee, quien cuando vio de niño “El Manantial y la Doncella” supuso una “experiencia renovadora”, recuerda el taiwanés.


5. "GUILTY PLEASURES"

Otra de las sorpresas impactantes que salieron a la luz tras abrir la caja de Pandora de la cinefília contemporánea, vino al desenterrar títulos que no se adscribían a la personalidad de Bergman, o mejor dicho, que no se adscribían a la imagen que teníamos de él. ¿Y es que quién puede resistirse a los encantos de grasientos solomillos de carne de videoclub como lo son “Cocodrilo Dundee”, “Jurassic Park” o “Cocoon”?


6. FUE UNA FIGURA PARA EL CINE DE TERROR

Wes Craven comenzó, junto a Sean S. Cunningham (“Viernes 13”), su prolongada carrera a principios de los años 70 con la descarnada obra maestra del género “La Última Casa a la Izquierda”. Aunque ese film parezca una amalgama de los estilemas de la serie b dirigida por John Cassavetes, fue “El Manantial y la Doncella” quien les iluminó el sendero a Craven y Cunningham, según han confesado en múltiples ocasiones. En ese sentido, no podíamos renunciar a comentar visibles destellos del dilatado crédito que posee la obra en grandes éxitos recientes como "The Witch", de Robert Eggers.


7. PROPICIÓ LA CULTURA DEL DIVORCIO EN SUECIA

Iniciática como pocas en un modo de captar el drama matrimonial, la vigencia e influencia de “Secretos de un Matrimonio”  permanece intacta a día de hoy gracias a títulos como “Midsommar” o “Marriage Story”, que inciden eventualmente en las ideas descollantes correspondientes a las teorias Bergmanianas de la “crisis de pareja” (que junto a la crisis de fe, permanece como uno de sus grandes legados a la historia del cine). Su gran amigo Tomas Alfredson nos cuenta que tras el estreno de la película y emisión de la serie, el divorcio en Suecia aumentó más de un 50%, en una de las demostraciones más tangibles del poder del cine.


8. TOMAS ALFREDSON ESTUVO A PUNTO DE DEDICARLE UN "REMAKE"

Fue el mismo Tomas Alfredson ("Déjame Entrar") quien, conmovido por el texto de una de sus películas (“Infiel”, dirigida por la musa Bergmaniana por excelencia, Liv Ullmann) le rogó su beneplácito para hacer su versión. Aunque la cosa terminó en una trifulca extendida a lo largo de un año, Bergman se acabó disculpando con su amigo y apreció la idea. A pesar de todo, Alfredson nunca la llevó a cabo.


9. SUS EPOPEYAS EXISTENCIALES LE LLEVABAN AL LÍMITE DEL BIEN Y DEL MAL

En 1965, el cuerpo inerte de un convaleciente Ingmar Bergman yacía postrado en una camilla debatiéndose entre la vida y la muerte. A raíz de este hecho, fueron los delirios provenientes de la gestación de esa ardiente fiebre los que propiciaron clásicos indiscutibles como “Persona” o el libro “Imágenes”. Esta es solo una de las encrucijadas existenciales y físicas entre las que se encontró el autor sueco a lo largo de toda su larga y dolorosa vida. En la videoteca de Bergman, conocemos el escabroso devenir que supuso la realización de “El Séptimo Sello”, película que según él, le salvó la vida.


10. ERA UN TACAÑO

Bergman poseía más de 1711 películas en su habitación particular. Una meticulosa colección ordenada alfabéticamente trufada de anotaciones pertinentes de su puño y letra. Como apunte final, comentar que muchas de esas películas eran cintas de vhs alquiladas que el cineasta no se dignó a devolver. Y es que como Daniel Espinosa declama en la monumental serie de no-ficción, ¿Acaso se las ibas a reclamar?


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