10 claves que quizá no conozcas sobre Éric Rohmer
Éric Rohmer fue el cineasta de la primavera, los amantes y las ciudades, y sigue siéndolo 100 años después de su nacimiento. Hablamos de uno de los miembros menos conocidos de la nouvelle vague, en cuya filmografía encontramos amores y desamores, y una manera de filmarlos que todavía hoy sigue dejando huella. En Filmin celebramos su centenario con 16 de imperscindibles sus títulos en alta definición, en los que se incluyen gran parte de las series de los Cuentos morales (“La Coleccionista”, “Mi noche con Maud”, “La rodilla de Claire”, “El amor después del mediodía”), las Comedias y proverbios (“La mujer del aviador”, “La buena boda”, “Pauline en la playa”, “Las noches de la luna llena” y “El rayo verde”) y los Cuentos de las cuatro estaciones completos (“Cuento de primavera”, “Cuento de invierno”, “Cuento de verano” y “Cuento de otoño”). Por si su nombre, la amplia oferta para escoger o el confinamiento al que estamos expuestos no son suficientes para mirar alguna de sus películas, aquí van 10 claves para entender a Rohmer y su cine.
1. Cineasta y crítico
Antes de ser cineasta, Rohmer fue crítico en Cahiers du Cinema y fiel defensor del cine norteamericano. Como muchos otros cineastas que formaron parte de la Nouvelle Vague desde un principio, su cine ha quedado eclipsado por el de los dos peces gordos de la nueva ola, Jean-Luc Godard y François Truffaut. Aún así, Rohmer tuvo un papel fundamental en el cine moderno, dentro del cual, junto con Antonioni, sea posiblemente el director que más ha trabajado las relaciones de pareja y sus crisis.
2. Literatura
A pesar de ser parte de una modernidad que pretendía romper con todas las narrativas convencionales, Rohmer apostó siempre por un cine muy literario. Es, tal vez, el cineasta de la Nouvelle Vague que más heredó de la dramaturgia el peso del texto. Sus películas, propensas a mostrar los personajes en plano general y habitualmente sin bandas sonoras, están conducidas principalmente por los diálogos en que los personajes dudan y se ponen en duda unos a otros.
3. Historias de amor pequeñas
Desde su primera película, “La sonate à Kreutzer”, producida por Jean-Luc Godard, Rohmer mostró interés por las pequeñas historias. Esta primera película seguía a un hombre que comienza a sospechar que su mujer se ha enamorado de otro hombre, y este motivo narrativo tan simple es algo que nos volvemos a encontrar constantemente en su filmografía. Nunca encontraremos en su cine grandes tramas ni grandes tragedias porque para Rohmer, la tragedia está en los pequeños gestos, en los pequeños rituales diarios, en todos los detalles de una vida compartida. En su cine, los sentimientos y pensamientos importan más que las acciones, y lo que más le interesa de lo que hacen los personajes son los gestos - las miradas, las maneras de caminar, las muestras de afecto -, porque es en ellos donde encontramos los indicios (o la ausencia) del amor.
4. De Rohmer a lo "rohmeriano"
A pesar de que sus películas puedan incluirse dentro del drama o el romance, su filmografía ha acabado configurando un género propio. No es sorprendente escuchar el término rohmeriano al hablar de películas movidas por los diálogos filosóficos y confesionales entre parejas. De hecho, el estilo de Rohmer ha tenido herederos claros tanto dentro del cine francés - no es difícil pensar en él en una de las primeras películas de Arnaud Déplechin, como “Comment je me suis disputé... (ma vie sexuelle)” - como fuera - la maravillosa trilogía de “Antes del Amanecer/Anochecer/Medianoche” de Richard Linklater es una suerte de puesta al día del cine de Rohmer. No hay un romance más rohmeriano en el cine contemporáneo que el de Céline y Jessie, y podemos verlo en sus largos paseos, su visión filosófica de las relaciones humanas y la concepción de cada película como un fragmento de vida, un trozo de existencia donde el amor nace, renace o amenaza en acabarse.
5. El amor desde dentro
Sus películas son obras de una subjetividad desbordante. Especialmente en los Cuentos Morales, Rohmer construye las películas a partir del mundo personal (y principalmente sentimental) del protagonista, incluso dándole la voz en voces-en-off donde éste duda o reflexiona. Los monólogos interiores de los protagonistas, que muy a menudo pronuncian frases como "En aquel momento decidí que quería casarme con ella", nos adentran de lleno en el romance y convierten las películas en testimonios en primera persona de una história romántica.
6.París, París...
Rohmer es uno de los cineastas que más exhaustivamente han filmado París. Sus calles, sus plazas y sus comercios son el centro de muchos de sus films, especialmente de los primeros. En estos, la cámara de Rohmer sigue a los personajes a todos los sitios donde van, trazando los pequeños recorridos diarios que estos hacen, a veces sin salir de un mismo barrio. Haciendo esto, el cineasta consigue familiarizar al espectador con el espacio que los protagonistas habitan, acercándonos a ellos y a su cotidianidad y a la vez, tejiendo a lo largo de su filmografía toda una cartografía rohmeriana: un entramado de calles, parques y avenidas, encrucijadas donde los amantes se encuentran por primera vez o por última.
7. Aquí y ahora
Estableciendo estos retratos urbanos, queda claro que en el cine de Rohmer, el espacio y el tiempo, tienen un papel fundamental. Al descartar los grandes dramas y las grandilocuencias estílisticas, el cine de Rohmer se centra en captar bien cada momento, dándole importancia a los paisajes (urbanos o naturales) que recorren los personajes y dejándoles tiempo para caminar, descansar, hablar o no hacer absolutamente nada. Viendo cualquiera de sus películas, uno puede pensar fácilmente en aquellos cuadros impresionistas de principios de siglo (Monet, Manet, Cézanne) donde los pintores se dedicaban a contemplar y captar cada detalle del paisaje para mostrar a través de ellos una determinada luz, un instante efímero.
8. Amor líquido
La mayoría de las películas de Rohmer tienen la misma estructura narrativa: el rechazo de uno o más amores superficiales en favor de uno verdadero. El amor es, para Rohmer, un aspecto fundamental de la cultura, del arte y, como lo demuestra en su última película, "El romance de Astree y Celadon", incluso de la religión. Pero los personajes de Rohmer no se conforman ni con la lujuria momentánea ni con el amor para toda la vida. De hecho, el amor en el cine de Rohmer es inestable y complejo, y los protagonistas se encuentran inmersos en sus contradicciones: quieren amar a alguien y dejar de amar a otros, no saben si quieren o no las responsabilidades de la vida en pareja, sólo quieren aprender a amar.
9. Verano
Rohmer es el cineasta del verano. A menudo, sus películas transcurren durante las vacaciones, en sitios de veraneo - los Alpes, balnearios, casas en la playa… Sin nada con qué ocupar sus días, los personajes deambulan, toman el sol o leen en un tiempo libre que parece alargarse hasta el infinito. No cuesta pensar tampoco en Rohmer cuando uno ve el verano de Elio y Oliver en “Call me by your name”, una película sobre un amor que surge entre baños, paseos en bicicleta y melocotonesque bien podría tratarse uno de los Cuentos morales. Como en ellos, la cámara los sigue, viéndolos dudar, mirarse y acercarse, tomándose su tiempo en enseñarnos un momento que amenaza en acabarse.
10. Universo Rohmer
Aunque muchas veces se le critica que hizo la misma película una y otra vez, es innegable que hablamos de un autor con un sello temático y estilístico muy personal. Las múltiples variaciones sobre el mismo tema le ayudaron a configurar un universo fílmico muy marcado en que siempre apetece sumergirse y que todavía hoy deja influencias. En cualquier paseo de Jesse y Céline en la trilogía de Linklater, en la escapada de Elio y Oliver en "Call me by your name", en la noche de Théo y Hugo en "Théo & Hugo, Paris 5:59"… el cine de Rohmer vuelve para quedarse - como se queda (o no) el amor. En Filmin os damos buena cuenta de ello.