AFF 2017: Europa resplandece en Corto
5 es el número de cortometrajes que forman parte de la actual edición del Atlántida Film Fest programados con rigor y necesario riesgo por nuestros amigos de Marvin & Wayne, y 5 breves piezas son las que trazan un recorrido por toda la geografía de Europa. Comenzamos en España para subir hasta los países nórdicos y terminamos en los campamentos de refugiados en Grecia, el punto fronterizo donde miles de personas llegan huyendo del horror. Y es de esta forma que estas 5 historias se corresponden también con algunos de los temas actuales presentes en el festival: Generación, Política e Inmigración.
La mirada honesta y alejada de moralismos de Chema Garcia Ibarra hacia la juventud actual a través de un grupo de amigos preparados para montarse una fiesta donde no va a faltar ni alcohol, ni reggaeton, ni trap; la perfecta alegoría de la Europa actual mediante una granja en la que un día se presenta una desconocida; una comedia negra nórdica coproducida por Suecia, Finlandia y Noruega en busca de una seña identitaria común a los tres países; un relato en primera persona de la mano de los niños que habitan un campo de refugiados griego; o el día en un informativo detrás de las cámaras de la forma más satírica posible.
Chema Garcia Ibarra se ha consagrado como uno de los realizadores de cortometrajes más prometedores de la actualidad al lado de otros compañeros de oficio como Velasco Broca. Títulos como "Protopartículas" o "Misterio" han servido para proyectar su nombre internacionalmente además de sus obras en multitud de festivales. Y claro, "La disco resplandece" no iba a ser menos.
Dejando a un lado la ficción doméstica que tan bien le ha funcionado, esta vez Garcia Ibarra se adentra en el mundo de los jóvenes actuales para ofrecer un retrato transparente y alejado de cualquier posición moralista, y es por ello que su título coincide con la canción española homónima de reggaeton que hace dos años estuvo en los smartphone de todos y cada uno de los adolescentes. 5 chavales ni-nis que quedan para hacer botellón a la ladera de la montaña con un coche y un maletero con altavoces, la discoteca del pueblo cerró hace años pero ellos no la necesitan para bailar los hits de la juventud actual que inundan youtube y se alejan de las radiofórmulas y la industria. El retrato de Garcia Ibarra funciona de esta manera como una perfecta contextualización del joven del momento: no todo es fiesta pero tampoco hay mucho más allá de ella. Ciertas obligaciones con las que cumplir y un desligamiento del paradigma actual así como de la memoria histórica, el presentismo funciona como único sistema válido y el ilicitano lo filma con una mezcla de melancolía y humor ácido de lo más acertada.
"Clan" se trata del proyecto de final de carrera de Stefanie Kolk, alumna en la Netherlands Film Academy. La perfecta alegoría sobre la Europa del momento. Un grupo de hombres y mujeres trabajan en una granja en la que se encuentran construyendo un invernadero nuevo para sustituir al viejo. En ese mismo día una joven con un chubasquero negro aparece y ronda por las instalaciones de la granja, ninguno de los habitantes trata de interactuar con ella, se limitan a observarla para después comentar preocupados la condición de la forastera. El esfuerzo de integración es inexistente aún cuando existe la voluntad de la otra parte, incluso la comida que parece ser un derecho humano inherenta se nos niega.
La directora neerlandesa debuta con un refinado cortometraje en la que traslada la situación actual europea y su crisis de refugiados a una pequeña granja. Una perfecto ensayo construido a través del silencio donde todos somos cómplices.
Noruega, Finlandia y Suecia, los 3 países nórdicos, se reunieron para financiar este corto de la misma forma que en la ficción tres representantes de los tres países se reúnen en una pequeña casa en Laponia en el punto donde la frontera de sus tres países se unen. ¿El objetivo? Elegir democráticamente una obra de arte (a priori una escultura, a posteriori guardamos el misterio) para situar en ese punto fronterizo que sea capaz de representar la cultura nórdica común a los tres territorios.
Gunhild Enger y Jenni Toivoniemi, una noruega y otra finlandesa, dirigen este sútil corto, que tuvo su premiere mundial en Locarno, donde el característico ácido humor nórdico que encuentra su máxima representación en figuras como Roy Andersson (o el más reciente ganador de Cannes Ruben Ostlund) aquí inunda todo el relato para ofrecernos una estupenda y cómica sátira política en torno a la identidad nacional y a cuestiones que en cualquier momento pueden tornarse como ridículas.
Mario Torrecillas es el director de PDA (Pequeños dibujos animados) un proyecto dedicado a realizar películas de animación con niños de todo el mundo. Tras trabajar en países como Haití o China su último destino es Grecia, sin embargo las verdaderas raíces nos remiten a Siria y el Kurdistán. 25 pequeños ubicados en el campamento de refugiados de Cherso nos dan sus testimonio de su horrible experiencia y dibujan su tragedia pero siempre desde la inocencia propia de los niños. Mezclando técnicas de animación con dibujos, cartones e imágenes reales en las que aparecen los propios niños Torrecillas consigue entregar plenamente la voz del relato a los pequeños omitiendo su figura totalmente.
Un campamento donde conviven todas las generaciones y donde los niños nos muestran desde su escuela hasta un tatuador afincado allí. Pequeños apuntes certeros (como el hecho de que los niños se molesten ante una maestra que quiere enseñarles griego en vez de inglés) sirven como datos reveladores que rompen la barrera del pensamiento generalizado hacia los refugiados y permiten acercarse a la situación por encima del clima apático de insensibilización europeo que se promueve desde muchos lugares.
Maximilien Van Aertryck y Axel Danielson, ambos colaboradores de Ruben Ostlund, dirigen este cortometraje que fue presentado en el Festival de Cine de Toronto y también tuvo su pase en nuestro país a través del Festival de Las Palmas. El mundo nunca se detiene y por ello aunque en los informativos sólo presenciemos una porción de lo que sucede en plató la realidad es bastante más extensa. A medias entre el documental y al ficción los directores sitúan su cámara en unos informativos (desde la actualidad y el tiempo hasta los deportes) como si se tratara de una cámara más pero con la libertad de operar y encuadrar a su gusto.
El resultado es una obra analítica que vive en los tiempos muertos de lo que sucede en los platós. Si títulos como "La verdad" o "Spotlight" sirven como cine de denuncia en torno a la industria periodística aquí sólo hay observación, y dado su contexto esta sólo puede sucederse de la forma más satírica posible puesto que la línea entre unos informativos y una performance teatral se muestra nos muy delgada. ¿Estamos acaso ante una representación constante?
