"La Verdad" desmontando a Catherine Deneuve

Autor: Joan Sala

Tras ganar la Palma de Oro en 2018 en Cannes por "Un asunto de familia", fue el Festival de Venecia el encargado de acoger el estreno de la ansiada nueva película del maestro japonés Hirokazu Kore-eda, "La verdad", su novedosa incursión en terreno francés de la mano de dos grandes divas del cine europeo como son Juliette Binoche y Catherine Deneuve. Un reto con el que, sin embargo y lejos de venirle grande, triunfó de lleno. Ahora llega a nuestras pantallas gracias a los compañeros de Golem en estas fiestas navideñas tan señaladas de reencuentros y desencuentos familiares.

¿De qué va?

Fabienne es una estrella del cine francés. Vive rodeada de hombres que la aman y admiran: su nuevo compañero, su exmarido, su agente… Decide publicar sus memorias y su hija Lumir regresa de Nueva York, donde vive con su familia, para la presentación. La reunión entre madre e hija no tardará en convertirse en un enfrentamiento: se revelarán verdades, se ajustarán cuentas, se hablará de amor y de resentimiento.

¿Quién está detrás?

Ganador de la Palma de Oro de Cannes con su anterior trabajo, "Un asunto de familia", reciente merecedor de todo un reconocimiento como es el Premio Donostia, el cineasta japonés Hirokazu Kore-eda rueda por vez primera fuera de Japón y se afrancesa. "La Verdad" se basa en una obra de teatro que el director de "Nadie Sabe" escribió hace casi quince años, pero que nunca llegó a producir. Hasta ahora. 

¿Quién sale?

Ha sido precisamente un 'forastero' como Kore-eda quien ha logrado unir por vez primera a dos de las grandes divas del cine francés, como es el caso de Juliette Binoche Catherine Deneuve. La leyenda y su heredera, una anhelada colaboración que en "La Verdad" adquiere una apasionante dimensión meta. Así es en la realidad, y así se sugiere también en esta emotiva ficción, aunque en este caso sea la joven y debutante Manon Clavel quien viene a representar la figura de Binoche, siempre ante su atenta mirada. Deneuve, en cambio, se interpreta a sí misma, como no podía ser otra manera (el hecho de que en una memorable escena menosprecie la figura de Brigitte Bardot habla por sí solo). Y es que, ante todo, lo que en "La Verdad" se homenajea, es su figura y su carrera. Y lo hace teniendo además a Ethan Hawke como invitado de excepción.

¿Qué es?

"Un cuento de navidad" de Arnaud Desplechin + "Las horas del verano" y "Sils María" de Olivier Assayas + "Faces" de Tsai Ming-Liang con guiños a Hitchcock e "Interstellar".

¿Qué ofrece?

Ni tan siquiera su reciente Palma de Oro o el Premio Donostia, es decir, las evidentes señas de que Kore-eda se encuentra en el cenit de su carrera, eximían "La Verdad" del evidente ejercicio de riesgo que este proyecto suponía para el responsable de "Still Walking". De hecho, son muchos y significativos los casos en los que el salto a tierra ajena han resultado un inesperado paso en falso para grandes nombres (desde Ashgar Farhadi con "El Pasado" a Bong Joon-ho con "Snowpiercer" pasando por Florian Henckel von Donnersmarck y "The Tourist"). Pero no, para nuestra alegría no ha sido el caso del realizador japonés, más bien todo lo contrario. "La Verdad" viaja de Japón a Francia y triunfa allá donde muchos otros previamente han fracasado. Probablemente sea por la capacidad que demuestra para adaptar su cine al universo francés, cuando en el caso de los ejemplos anteriores esto se había dado a la inversa, intentando que fuera la cinematografía en la que se adentraban la que se adaptara a su mirada. Pero para Kore-Eda esto no supone ninguna renuncia ni a su estilo ni a su sello. Ni mucho menos.

En "La Verdad" emergen las inconfundibles señas de identidad que dan cuerpo al universo de Kore-edano, como es el caso incidir en las reuniones familiares (como ya vimos en "Still Walking") en las relaciones materno y paterno-filiales ("De tal padre, tal hijo") o en las relaciones familiares más allá de los lazos de sangre (la reciente "Un asunto de familia"). Sin embargo, esta vez lo hace desde un espectro profundamente afrancesado, desde una dimensión meta tan romántica como también irónica, desde una cadencia y un ritmo mucho más ágiles al que en su cine estamos habituados, también desde un tono imprevisiblemente cómico en el que sí, hay lugar a la ternura, pero también para el cinismo. Cierto es que, tanto en el empleo de su banda sonora y las transiciones a las que esta acompaña, se perciben claros ecos japoneses, pero también que en lo que a su tratamiento a nivel formal respecta, innova y arriesga, asemejándose en este caso al estilo luminoso con el que Olivier Assayas enmarcó su magistral "Las horas del verano" o al tono disfuncional que Arnaud Desplechin imprimió a su no menos perfecta, "Un cuento de navidad". A ello hay que añadir el elemento clave que supone su sagaz carácter metacinematográfico. Hablamos del inspirado y entrañable homenaje que "La Verdad" rinde a una mítica figura del cine europeo y mundial que, asimismo, da cuerpo y representa la esencia de una de las cinematografías con mayor peso e historia: la francesa. No contento con ello,  más allá de guiños que van desde Hitchcock (con "Psicosis" y "Rebeca" a la cabeza) como "Interstellar", en "La Verdad" hay también lugar para reivindicar el artificio y la ficción como posibles elementos sanadores de dolorosas realidades. Pruebas tan sorprendentes como estimulantes de que Kore-eda no solo arriesga, sino que además triunfa de lleno. En efecto, sigue en plena forma.


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