Filipinas y sus hijos indomables
Desperté. Desperté y sentí la jungla. La humedad de Filipinas me había atrapado. Sus conflictos, sus guerras y guerrillas, cada uno de sus desastres naturales. Todos los sentía por cada uno de los poros de mi cuerpo. Me inundó la necesidad de huir, pero no podía, esa tierra salvaje me atraía inexorablemente hacia el interior de sus entrañas. Recorremos con Altaïr Magazine las asfixiantes Filipinas.
Presentí la maldad en los corazones de cada uno de los habitantes de esta exótica isla. Pero también comprendí que había bondad en todos y cada uno de ellos. Personas simples que tratan de avanzar hacia delante a machetazos. Si alguno de ellos causan dolor solo es parte de la experiencia de vivir. En la oscuridad es difícil de ver, pero es fácil sentir. La sinestesia de este país me permite concebir la historia de esta tierra que estoy pisando. Ruinas convertidas en ciudades, y ciudades convertidas en ruinas, una vez más. No necesito luz para ver que allí hay vida. Familias que luchan por seguir un día más, aunque les suponga hacer algo de lo que no se sientan orgullosas. La sangre de sus rostros les resbala y cae en sus manos. Unas manos que se entrecruzan y rezan para que un día sus deseos se cumplan, y sus hijos no necesiten recurrir a la violencia, y sus nietos no necesiten empuñar un arma, y puedan empuñar un lápiz para escribir sobre los hermosos paisajes de esta insólita isla.
De nuevo me abriga la oscuridad de la selva, bella pero mortal. Antes de perderme por completo entre su naturaleza logro discernir un pequeño rayo entre su vegetación: Algunas personas han encontrado un camino y lo han hecho más amplio. Sus sueños de libertad, y su voluntad de escoger lo mejor para ellos mismos, cada vez están más cercanos. Yo me quedo aquí. Pero me quedo satisfecho, sabiendo que en algún lugar de esta mágica región, hay alguien que lo ha conseguido, y por medio del arte la poesía o el cine, ha podido romper las barreras del miedo y la necesidad.
Altair Magazine nos trae su particular visión del cine filipino y nos presenta a Brillante Mendoza, el director estrella del panorama cinematográfico. Mendoza, experto en cine crudo y realista nos muestra esta vez la difícil situación en la que se encuentran dos familias, afectadas por un crimen que convierte a uno de los nietos en asesino y a otro en victima. Rodada a ritmo de documental, “Lola” profundiza en la miseria de los desafortunados que tuvieron la mala suerte de nacer en la cara oscura del planeta. Una crítica a la lenta y desorganizada burocracia de Filipinas, que bien se podría aplicar a los afortunados países del lado bueno del planeta. En esta oda a la dilación, no existe el concepto del bien y el mal. El daño está hecho y ahora solo queda tratar de arreglarlo. La fortaleza frente a la adversidad de dos personas rotas, cansadas y abandonadas, pone de manifiesto la falta de empatía y la desgana a la hora de amparar a otro ser humano, que ha tomado el rumbo de esta sociedad.
La crueldad y la fatalidad son el punto de esta historia basada en hechos reales, que cuenta con el realismo y la angustia que genera la jungla filipina, sobre el secuestro de varios turistas que tuvo lugar en la isla de Paiwan por parte de un grupo yihadista. Entre los secuestrados se encuentra una voluntaria francesa, Therese Bourgoine, que rápidamente se convierte en una valiosa moneda de cambio.
En esta narración sobre el fanatismo religioso, el ansia de sobrevivir no conoce bandos. El agotamiento de las largas travesías por la bella, pero a la vez aterradora selva, confluyen en una confusión que implica tener tu nombre grabado en una bala. Mediante este recorrido obligado hacia el interior de Filipinas, y sin deleite alguno en la muerte, asistiremos a la tormenta que se avecina en el paradisíaco país, que como todos los demás parece sucumbir también a la globalización, y con lo que ello implica, aun más miseria y oportunismo, esta vez en forma de secuestro. Una lucha constante entre las ganas de ayudar, contra las de únicamente destruir, motivadas por el odio extremo que nos recuerda algo que ya sabemos pero que preferimos olvidar: estos sucesos son reales y están pasando ahora mismo.
En este último título de Brillante Mendoza, el director nos cuenta la historia “corriente” del luto de un joven al perder a su padre mientras recuerda su trabajo en una sala de masajes en Manila, frecuentada por clientela homosexual. En un relato paralelo, entre familia y trabajo, el joven sobrelleva las dos vidas intentando armonizarlas en una sola. Con una mezcla de provocación y reivindicación social, Mendoza trata el tema de la homosexualidad de manera sucia pero a la vez poética, con una unión entre serie B filipina, y el mejor cine de autor. Con un tono sórdido y lúgubre, las palabras sobran y dan paso a los tímidos acercamientos, que pronto se convierten en fogosos roces y caricias para nada escondidas. En un país en el que aún es ilegal el matrimonio homosexual, esta atrevida crítica a una sociedad todavía en pleno progreso, impacta duramente sobre esos pensamientos, llamémoslos tradicionales, aunque también se podrían denominar obsoletos, que tratan de imponer sus ideas sobre la felicidad de la gente.
LA BESTIA DE LA NOCHE AMARILLA
Para finalizar esta selección que nos trae Altair Magazine nos damos un paseo por la noche más deforme de Filipinas. El cine de Eddie Romero se ha convertido, y con razón, en máxima exponencia del cine de culto de serie B a la altura de Robert Rodriguez, y colaborando con el gran cineasta Roger Corman. La historia, surrealista, como todas las del género, se centra el un militar que vende su alma al diablo y ¡sorpresa! éste quiere cobrarse la deuda. Ante la oposición del soldado, a Satán no le queda otra que convertirle en un ser repugnante y amorfo, lo que sinceramente, será una putada para el pobre marine, que tendrá que luchar contra los aldeanos que quieren su cabeza y sus deseos de hacerles picadillo para McDonald´s.
Terror rancio, psicodélia sangrienta y “gilimonstruos” tóxicos vengadores son los ingredientes de esta exploitation movie que claramente hará las delicias de los espectadores del género. Sin duda este tipo de films palomiteros no conviene tomárselos con la seriedad de una de Haneke o Coppola, sino exento de preocupaciones con la única motivación de pasar un rato entretenido mientras te rascas tu correspondiente pepitilla.