Las obras esenciales de Kenji Mizoguchi
Se tenía que decir y se dijo. Sin las películas de Kenji Mizoguchi no tendríamos ni la más ligera idea de los pilares que fundamentan la cultura japonesa. Su cine, tan insustituible para comprender los cambios estructurales y la mella identitaria que dejó la 2a Guerra Mundial -en especial en las afecciones particulares del género femenino, una de sus grandes obsesiones- lo hermanan con observadores crónicos de la transición como Yasujiro Ozu y sus “Cuentos de Tokio” o Mikio Naruse. Desde los códigos del cine fantástico y con un estilo plástico prácticamente inexistente hasta ese momento afincado en el fuera de campo y el plano secuencia, Kenji Mizoguchi renovó el cine asiático para siempre. Aquí van 6 de los 12 títulos que presentamos en exclusiva en Filmin para ponerse al día con el monumental autor nipón.
1. CUENTOS DE LA LUNA PÁLIDA (1953)
Una de las mejores películas de la historia del cine asiático así como también una de sus primeras embajadoras que establecía una alegoría respecto al tiempo presente a través de una historia medieval. Adaptando con atino e imaginación los "Cuentos de la Luna y de la Lluvia" del poeta Ueda Akinari, Mizoguchi elevaba el cine fantástico mediante su hipnótico juego de composiciones. Composiciones que fugaban hacia los abismos del plano para evocar la presencia masculina como un ente acechante para las mujeres, o sencillamente apelando a un mundo que escapaba más allá de los límites del plano. Como olvidar su fatídico epílogo, que ya se erige como uno de los planos secuencia más desafiantes de la historia del cine. La etiqueta de clásico incontestable se le queda más bien pequeña.
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2. LOS MÚSICOS DE GION (1953)
El autor no tuvo una infancia sencilla, algo que influyó enormemente en su obra. Proveniente de una familia desestructurada y afectada gravemente por la crisis económica que asoló Japón en 1904, la vida temprana de Mizoguchi siempre estuvo vinculada a los bajos fondos y a la pobreza estructural. Con este film, Mizoguchi exorciza un trauma que le tocó tan de cerca cómo fue la venta de su hermana por parte de su padre a una escuela de Geishas.
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3. LA CALLE DE LA VERGÜENZA (1956)
Siguiendo la estela temática, Mizoguchi confeccionaba aquí un drama social sobre las trabajadoras sexuales de menos corte en las que se esbozan ideas entorno al anti heroísmo con una protagónica presencia femenina, errática y muy poco acorde con las convenciones cinematográficas de la época. A partir de un retrato de marcada vocación neorrealista, retrata la pérdida de la moral japonesa pero no sin arrojar dignidad a sus principales víctimas, las mujeres. Sería su última película, ya que moriría poco tiempo después de finalizarla debido a una avanzada Leucemia.
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4. EL INTENDENTE SANSHO (1954)
Mizoguchi se llevó uno de los máximos reconocimientos de su carrera, el León de Oro del Festival de Venecia, con esta reflexión política y alegórica de la posguerra japonesa. Basada en una leyenda budista, esta elegía a la figura femenina del japón feudal cuenta con una enorme interpretación de una de las actrices fetiches del cineasta, Kinuyo Tanaka. Según el historiador cinematográfico Robin Wood, "Sansho" le vincula definitivamente con las sensibilidades a los grandes estudiosos del Japón moderno y lo discierne de Akira Kurosawa, ciertamente más occidentalizado.
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5. LA EMPERATRIZ YANG KWEI-FEI (1955)
Rodada en los famosos estudios Shaw Brothers, emplazamiento paradisiaco del cine de artes marciales asiático (“El Espadachín Manco”, “The 36th Chamber of Shaolin”), este drama de época supuso la incursión del japonés en el wuxia chino, un conocido subgénero de aventuras ambientado en la época del feudalismo poblado por emotivos dramas románticos y espectaculares secuencias de esgrima. Mizoguchi se entrega al color por primera vez otorgando un festival visual incomparable y que pone sobre la mesa preocupaciones respecto al poder político desplazadas a un contexto de época.
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6. LOS AMANTES CRUCIFICADOS (1954)
Tan solo un año después de “Cuentos de la Luna Pálida” y el mismo en el que triunfara con “El Intendente Sansho”, Mizoguchi sublimaba su particular estilo afianzado en recursos formales eminentemente modernos con esta obra maestra que traslada los preceptos del teatro “Bunraku” presentada en un Festival de Cannes que empezaba a abrirse a la contemporaneidad del cine japonés con autores como Mikio Naruse, Yasujiro Ozu o él mismo. La actriz protagonista, Kagawa Kyoko, reconoció que nunca llegó a un nivel interpretativo semejante.
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