"All Eyes Off Me": Compartir un minuto de silencio

Autor: Gerard Cassadó

"All Eyes Off Me": Compartir un minuto de silencio

“No puedo apartar los ojos de ti”, rezaba la célebre canción de Gloria Gaynor. “Apartad todos los ojos de mí”, clama el título de la segunda película de la directora Hadas Ben Aroya tras el éxito de “People That Are Not Me”. Y puestos a buscar resonancias entre ambas obras, la canción y la película, podríamos trazar una línea que partiese del amor romántico, apasionado, visceral al que canta Gaynor, y que desembocase en la absoluta desorientación emocional de la protagonista de “All Eyes Off Me”, una joven que quiere amar y ser amada, pero se extravía en ese deseo.

La película de Ben Aroya, dividida en tres actos, empieza curiosamente siendo protagonizada por un personaje al que no veremos en ninguno de los dos actos siguientes. Una joven andrógina llamada Danny, que irrumpe en una fiesta en busca de Max, el tipo que presuntamente la ha dejado embarazada. Cuando logra dar con él, éste está acompañado de Avishag, a la postre protagonista real del film. Por el camino, Danny se ha besado apasionadamente con otra chica y ha escuchado de algunas amigas historias sobre abortos en un entorno en el que todo el mundo da por hecho que Danny no va a seguir adelante con el embarazo. Este primer acto, en una estructura narrativa extraña por caprichosa, finaliza con la necesaria conversación entre la embarazada y Max.

En el segundo acto, Danny desaparecerá del film para que Max y, sobre todo, Avishag, se apoderen de la historia, que adquirirá altos niveles de voltaje erótico. Avishag es sin duda el personaje más interesante del film, una especie de tesis que nos habla de la desorientación de la generación millenial, que ha aprendido a follar en Youporn y a amar en las redes sociales. El hermetismo de la película a la hora de justificarla exacerba a un espectador que no será capaz de entender algunas de las peticiones y acciones de Avishag, una joven que, si hacemos caso del título de la película, no quiere ser vista, no quiere ser la protagonista de esta historia, y no tiene nada que verbalizar sobre ella y sus motivos. Avishag jamás le diría a nadie “no puedo apartar mis ojos de ti”, bien porque no comprende la intensidad de ese sentimiento, bien porque no sabe reconocerlo en ella. Tan pronto desea un violento empotrador como anhela un padre protector, síntoma de un aturdimiento emocional que es en realidad el de toda una generación que, expuesta en el escaparate de Instagram, ha perdido el cobijo de la intimidad, y es incapaz de compartir un minuto de silencio con otra persona.

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