AFF 2018: "Sotobosque" nosotros y ellos
En Filmin disponemos de una suculenta y reveladora serie de películas que hablan y reflexionan sobre el fenómeno migratorio, que proponen una lectura de la emigración completa y heterogénea, con películas que recorren todos los continentes en todas las direcciones y muestran estos periplos forzosos desde la partida hasta el establecimiento y, en algunos casos, el posterior regreso a casa. Sin embargo, pocas (por no decir ninguna) son las que enarbolan un acercamiento tan diferencial partiendo de la intimidad, como es el caso de David Gutiérrez Camps y su "Sotobosque", película que rompe barreras entre formatos y dinamita todo posible estereotipo al que al cine social de denuncia nos tiene acostumbrados. Una obra de genuino calado que podéis descubrir y experimentar en esta nueva edición del Atlántida Film Fest.
¿De qué va?
Acompañamos en sus actividades diarias de Musa, joven mauritano que recorre solitario los campos y se busca la vida desbrozando, viendo como en sordina a los que le rodean. El ritual nos pone en sus zapatos, los de ese “otro” con el que convivimos sin verlo, experimentando con él las barreras en la interacción con los habitantes de un pequeño pueblo de Girona.
¿Quién está detrás?
David Gutiérrrez Camps debutó con "The Juan Bushwick Diaries", un largo profundamente plástico, de imágenes sugerentes y fascinantes. Una ficción que se disfrazaba con habilidad de documental, un diario íntimo que escondía una reflexión sobre la dificultad de filmar, de crear y de capturar la realidad. Y que además, contenía en ella un estimulante poso autobiográfico. "Sotobosque" es su segunda película.
¿Quién sale?
"Sotobosque" está protagonizada por Musa Camara, un joven mauritano sin experiencia previa en el cine, pero con experiencia en buscarse la vida recolectando piñas y desbrozando. Tiene 31 años y actualmente trabaja en una granja en Cassà de la Selva, en Girona. Él, como todos los intérpretes que aparecen en la película, son actores no profesionales que interpretan a personajes que no están lejos de quien realmente son.

¿Qué es?
El espíritu de "Ladrón de Bicicletas" a día de hoy.
¿Qué ofrece?
Nos hemos acostumbrado a ver por televisión imágenes de africanos intentando llegar a nuestras costas en pateras, agotados y ateridos de frío. Detrás de esos rostros desencajados por el cansancio y la tensión de la travesía hay historias brutales y también un largo viaje repleto de peligros y de incertidumbres, un vasto océano de fuego, arena y silencio. Para muchos es un viaje que se prolonga durante años y para algunos el final de otro; el viaje de la vida. Una odisea cuya meta sin embargo, rara vez les brinda la salvación y alivio que de ella esperan. Y es que, acostumbrados estamos también a convivir, a no hacerlo excepcional y si cotidiano, con personas que se encuentran en esta situación. Bien nos los podemos encontrar Top Manta en mano, también vendiendo kleenex en los semáforos, rastreando contenedores de deshechos o como es el caso de Mousa, recolectando piñas y brezo que después vende a pequeños empresarios de la zona en ese remoto y pequeño pueblo de Girona. Están presentes en nuestro día a día pero apenas empatizamos con ellos, como si el problema fuera de 'suyos' y 'nuestros', como si continuara siendo una cuestión de razas y no de clases, de extranjeros y no de conciudadanos.
Este es el manto que desde un sobrio y elegante ejercicio de cámara, desde un tratamiento extremadamente medido y calculado, partiendo desde la rutina y la cotidianidad, desde los pequeños gestos y el espectro íntimo que marca el día a día de Mousa, David Gutiérrez Camps rompe barreras entre formatos (hablamos de una ficción que se expone bajo los códigos del documental) y dinamita todo posible estereotipo al que al cine social de denuncia nos tiene acostumbrados. "Sotobosque" nos recuerda como desde el drama local se construye lo global. Y lo hace sumergiéndose en la inhumanidad de la situación, en los lindes de la comunicación, sin dar lugar alguno a la condescendencia ni tampoco pie a forzados puñetazos en el estómago. El que nos traslada es un toque de atención necesario y valioso para nuestra sociedad, un relato denso pero nunca pesado sobre un tema de actualidad cuya incomprensión y cuya reprobación refleja con un tono narrativo y universal. Es la viva imagen de una Europa cuya humanidad se derrumba y no precisamente desde la relación con las instituciones, tan elevadas, tan fuera del alcance de todo, tan incomprensibles. Si no desde los individuos, desde quienes deberíamos tender la mano y nos limitamos a asistir como espectadores pasivos de un drama que "que no va con nosotros". Un discurso excepcional gracias al cual el responsable de "The Juan Bushwick Diaries" cumple con la difícil misión de difundir los valores de la empatía, tan necesaria hoy día. También a recordarnos que los verdaderamente alienados quizás seamos nosotros, los europeos, y no ellos, los inmigrantes. Y sí, ojalá llegue el día en que definitivamente seamos un TODOS.
