5 pasos (no tan fáciles) para crear tu propio Sugar Man
F. Scott Fitzgerald dijo que no había segundos actos en las vidas americanas, pero aquí está Elliott Murphy para refutarlo: el legendario cantautor, convertido en artista de culto en muchos países europeos, nos lleva de gira mientras aprovecha para reflexionar sobre el éxito, el fracaso y lo relativo de ambos conceptos. Con motivo del estreno de "The Second Act of Elliott Murphy", un documental sobre este rockero considerado el "nuevo Dylan", te explicamos cómo crear en 5 pasos a un personaje de documental, cómo crear a tu propio Sugar Man.
Uno de los elementos más subestimados en la elaboración de un documental es la creación del personaje. Si rodar un documental significa algo así como “querer abarcarlo todo en muy poco espacio”, quizá la tarea más difícil sea dar forma y significado a las actuaciones de los personajes. Crear un personaje documental con éxito requiere un ágil equilibrio entre las consideraciones éticas, nuestros intereses cinematográficos y las limitaciones prácticas. Algo que, a tenor de los consejos que nos brindan a continuación nuestros compañeros de Sight & Sound, parecen tenerlo muy claro.
Elaborar un documental de seguimiento sobre un personaje y una historia supone un gran ejercicio de resistencia. Tu cámara debe estar presente en los momentos adecuados y es esencial que captures imágenes que valgan la pena. Necesitas manejar todas las circunstancias que te rodean: gente que no quiere ser parte de tu historia, otros que esperan poder manipularla o muchos otros factores fuera de tu alcance. Pero aquí no acaba la cosa, más bien empieza. Debes encontrar el orden dentro del caos, una manera de imponer la narrativa o cierto tipo de estabilidad cinematográfica en el material obtenido. Y esto no es moco de pavo.
La vieja máxima hollywoodiense de “you cast your film, you cast your fate” es especialmente cierta en la no ficción. Y es que, una película documental seguramente se hundiría bajo el peso de un protagonista poco convincente. Es por ello que no podemos pasar por alto la ocasión de brindaros estos 5 pasos (no tan fáciles, todo hay que decirlo) a considerar cuando construyáis vuestro personaje documental. Y es que nosotros, los realizadores documentales, debemos ser especialmente buenos en esto.
1. Encuentra a un “performer”
Parece que todavía prevalece el mito de que los sujetos documentales son solo personas normales que simplemente tienen una cámara apuntando hacia ellos. Aunque seguramente sea cierto que la gran mayoria de personas que se convierten en personajes documentales no pretenden llegar a ser estrellas de Hollywood, o que muchos otros niegan rotundamente estar actuando para el realizador, creo que es correcto decir que los mejores personajes de no-ficción han sido de todo menos “normales”. Aunque ellos se identifiquen como tal, es irrelevante.
Desde el “Beales" a “Mark Borchardt”, de los actores políticos en “La Batalla de Chile” o incluso “Maidan”, los mejores personajes documentales siempre han sido, en algún nivel, grandes intérpretes. Es tarea del realizador, pues, encontrar personas que puedan ofrecer (ya sea intencionadamente o de manera instintiva) el material vital para conducir y llevar el peso de la película. Esta premisa ha sido así desde los inicios del documental: Robert Flaherty tuvo a su “Nanook” y a sus “Hombres de Aran”, Miller tuvo “Speed”, Wiseman a sus trabajadores y predicadores y Werner Herzog a sus maníacos. Hay una razón evidente por la que hay tantas películas sobre teatro entre bambalinas, sobre modelos preparándose para las pasarelas o estrellas de rock en los estudios, pero las grandes actuaciones no tienen porque venir de grandes “performer’s”. Desde los niños de “Spellbound” hasta Edward Snowden, pasando por los las personas de “La Última Estación”, las personalidades “normales” han sido desde hace tiempo traducidas a buenas interpretaciones, pero debe haber siempre algo inherente en la persona que estamos filmando que el realizador pueda mostrar. Encontrar esta cualidad especial de nuestro sujeto es la llave hacia el éxito.
Una advertencia importante: Intentad evitar la sobreactuación y el sufrimiento fácil. Muchos documentales dependen enteramente de “fetichizar” la idiosincrasia de sus protagonistas. Por eso los festivales de documentales pueden verse a veces como un desfile de frikis y “putas de cámara”. Por ejemplo, Ameena Matthews, estrella de “The Interrupters” de Steve James, es uno de los grandes personajes en la historia del documental, porque es una luchadora, un personaje inspirador...y además una persona real, no una colección de complejos extravagantes.
2. Usa las capas
Cuando ves un policía en una película de ficción “estándard”, hay pocas maneras de interpretar la función del personaje dentro de la historia: o bien es un desgraciado, un tipo siniestro o un héroe. Cuando ves un policía en un documental, su presencia está acompañada por un conjunto de preguntas: ¿Por qué accedió a ser filmado? ¿Cuál es su opinión política? ¿Qué piensa el realizador de la policía en general?
Mientras que el policia de ficción suele ser un esbozo superficial, el policia de no-ficción no puede dejar de ser un personaje en capas, complejo y cinematográfico, cuyas motivaciones y perspectivas quedan atadas a las expectativas del público y la manera histórica con la que se han representado los agentes de policia en el cine. Yo lo llamo “El efecto por capas del documental” y creo que es el trabajo de un realizador el explotarlo en su máximo rendimiento. Los personajes documentales son una extraña fusión entre persona real, actor y una superficie donde las audiencias proyectan sus inclinaciones. Debes encontrar el auténtico núcleo de alguien con el fin de comprenderlo y poder hacer una película con ello.
Al mismo tiempo, necesitas pensar sobre tus personajes como si fueran actores, creando una versión de ellos que, aunque siga basada en la verdad objetiva/observada, sea la versión que eliges para tu película. Explotar todo el potencial cinematográfico de dichas capas, significa elaborar estructuras donde las audiencias lo puedan percibir. Además, el realizador debe estar muy atento a otra capa: la de la proyección y el juicio de la audiencia. Creo que los espectadores tienden a sentirse más identificados con los personajes documentales que con los de ficción. Este es otro punto que el realizador puede utilizar en su estructura por capas, para subvertir las expectativas y crear una experiencia más absorbente: intenta anticiparte a cómo tu audiencia juzgará a tus personajes, luego juega con ese conocimiento para acercarlos o alejarlos de tu historia. En un sentido, la relación histórica que hemos tenido con las estrellas del cine clásico no es muy diferente a la manera en que podemos ver a los personajes “por capas” de los documentales. Cuando vemos a Garbo, Brando, Bogey o a Jolie, estamos viendo no solo su actuación, sino también a la persona famosa que la está ofreciendo. Y de eso se han aprovechado los mejores directores de Hollywood, explotando a las mayores estrellas del cine para hacer sus películas más adictivas para la audiencia.
3. Externaliza lo interno
Mi profesor (no graduado) Dr. Joseph Gomez solia decir que el trabajo de un realizador es externalizar lo interno. Es decir, encontrar imágenes que puedan mostrar por comprensión cinematográfica aquello que no se puede describir con palabras, y esto es especialmente relevante en el documental. Este es un género, que después de todo, es frecuentemente definido por su relación con el reportaje periodístico y la recopilación de pruebas.
Pero para mi, los realizadores documentales deben confiar más en las principales partes del cine (mise en scène plus time) para prevenir que nuestras imágenes simplemente nos muestren “grabaciones de hechos”. Lo que hacemos es más estimulante cuando utilizamos nuestras imágenes grabadas, basadas en la realidad, para traducir y expresar actualidades psicológicas. Nuestro trabajo es capturar momentos de nuestros protagonistas que hablen de psicologías tácitas o verdades emocionales. Se trata de imágenes expresivas que pueden conectar a los espectadores con los personajes de una manera que las imágenes “cut-and-dry” normalmente no pueden. En el documental, hay un sistema incorporado en la fricción entre la realidad que “sucede”, y el intento de registrar la realidad, y situar a los sujetos dentro de esta tensa construcción puede permitir que entiendas mejor, puede ayudar a convertirlos en personajes dignos de la gran pantalla.
4. Edítalos
En ficción, una buena actuación es una colaboración entre el actor, el director, el cámara y el editor. Sin el director y el operador de cámara haciendo su trabajo, el actor no tiene escenario; sin el editor, el actor no tiene límites. Dar forma a una actuación en la sala de edición es crucial para el éxito de dicha interpretación, y eso es más verdad si cabe en las películas de no ficción.
A diferencia de nuestros homólogos de ficción, los documentalistas generalmente no tenemos tiempo (o recursos) para realizar diferentes tomas, para trabajar extensamente con nuestros personajes las escenas que queremos grabar o para establecer una relación cercana entre el protagonista y la cámara (aunque debemos luchar para reclamar estos métodos y utilizarlos siempre que sean necesarios para nuestras historias). En definitiva, creamos nuestras películas a un ritmo frenético, por lo que editar se convierte en una pieza clave. La clave es saber que el tiempo en pantalla cambia enormemente la naturaleza de una actuación. Tendemos a filmar mucho material, a veces cientos de horas de la misma persona, y debemos entender que el tiempo en pantalla afecta directamente a la relación de la audiencia con el personaje, y por tanto es crucial para crear una actuación lo más intrigante posible. Tenemos el poder para coger los comportamientos que filmamos y convertirlos en el tipo de carácter que nosotros queramos, siempre manteniendo una perspectiva ética.
5. Colabora
Mientras hacemos todas estas manipulaciones en edición, los movimientos inteligentes de cámara y dirigimos hábilmente, lo más importante es acordarse de ceder parte del control. No existen películas sin súbditos voluntarios, que a menudo son los más valientes.
Nuestro trabajo puede ser irremediablemente explotador, y un cineasta puede tener que lidiar con innumerables peleas estéticas vs. éticas para poder terminar su película, pero no tendrían sentido sin la colaboración. Hay muchas excepciones, por supuesto, pero nuestras películas favoritas suelen sentirse como si el protagonista y el cineasta estuvieran desesperadamente manteniéndose el uno al otro, buscando la supervivencia. Si quieres invertir tu tiempo transformando las vidas de personas reales en actuaciones para la gran pantalla, con todo el trabajo que implica, debes recordar que solo se puede controlar la narrativa en un punto, y ese es el punto.