"Ema" a golpe de gasolina

Autor: Joan Sala

El realizador chileno Pablo Larrain nos brinda con su poderosa nueva obra una de las experiencias más memorables que, denlo por seguro, viviremos en esta 76 edición de la Mostra. Un explosivo cóctel entre el mundo de la adopción, la danza contemporánea, la danza urbana e incluso el reggaeton, cuya potente propuesta visual puede directamente llevarte al universo visual de Rosalía. Así es como de buenas a primeras se nos presenta "Ema".

¿De qué va?

Después de que un traumático incidente desestabilice su vida familiar y su matrimonio con un tempestuoso coreógrafo, Ema, una bailarina de reggaeton, se embarca en una odisea de liberación personal en este drama incendiario sobre el arte, el deseo y la familia moderna.

¿Quién está detrás?

El responsable de "El Club" vuelve por tercera vez a pisar el Lido tras hacerlo previamente con “Post Mortem” (2010) y “Jackie”, con la que ganó el Premio a Mejor Guión en 2016. De hecho, tal y como sucediera en 2016, año en el que el realizador chileno estrenó por partida doble "Neruda" en Cannes y la mencionada "Jackie" en Venecia, este año le ha vuelto a suceder algo similar. Se suponía que este año el cineasta chileno comenzaría la filmación en EEUU de "The True American", inspirada en los crímenes de Mark Stroman contra tres inmigrantes asiáticos, pero tras aplazarse finalmente el rodaje al próximo año, Larrain vuelve a su originaria Chile para gestar y rodar en tiempo récord un nuevo proyecto fuera de radar. 

¿Quién sale?

Pablo Larrain vuelve a dirigir a Gael García Bernal tras hacerlo previamente en "Neruda" (2016) y "No" (2012). Sin embargo, es la debutante Mariana Di Girolamo el eje principal sobre el cual pivota "Ema", ya que toda la historia se nos relata a través de ella. La suya es una interpretación de una fuerza descomunal, sustentada ante todo en el lenguaje corpóreo y la mirada. Destacar asimismo que "Ema" es una película con un reparto mayoritariamente joven y femenino integrado además por Giannina Fruttero, Josefina Fiebelkorn, Paula Hofmann, Paula Luchsinger, Antonia Giesen, Catalina Saavedra, Mariana Loyola y Susana Hidalgo.

¿Qué es?

La familia a golpe de gasolina.

¿Qué ofrece?

Ateniéndonos a la totalidad de los largometrajes previos de Pablo Larrain, la primera y gran novedad que nos presenta la intensa y poderosa "Ema" es que el realizador chileno abandona su habitual contexto histórico y político para centrarse en el mundo contemporáneo, familiar y urbano, y para ello esta vez ha decidido expresarse a través de la danza contemporánea y urbana. Ni la Chile de Pinochet ("Tony Manero", 2008), ni los días después del Golpe ("Post Mortem", 2010) ni su rastro ("El Club", 2016) ni la época del plebiscito ("No", 2012), ni los años de la ley maldita ("Neruda", 2016), ni mucho menos, el asesinato de Kennedy ("Jackie", 2016) hacen en este caso acto de presencia. Si lo hace, en cambio, el ámbito íntimo y doméstico que envuelve el drama de la adopción y sus secuelas cuando esta no sale como uno espera. En otras palabras, "Ema" es el retrato de una pareja que adopta a un niño y también de la crisis, la ruptura, que esa llegada causa en este recién formado e instantáneamente difuminado núcleo familiar. Un retrato que en todo momento se nos muestra desde la mirada de los adultos (básicamente desde el de Ema) nunca del niño. Lo que debería ser un proceso luminoso, termina por resultar del todo doloroso, pero también regenerador. 

Es bajo este punto de partida que Pablo Larrain arma una película del todo polifacética, profundamente física y artística, que más allá de mostrarnos la lacerante crisis moral que sufre la sociedad chilena de hoy a través del intento fallido de sus personajes de ser padres, en lo que principalmente se centra es en cuestionar el modelo tradicional familiar a través del trayecto existencial de Ema. Y lo hace a golpe de fuego y gasolina, meditando a su vez sobre las nuevas formas de vivir las relaciones sentimentales, ya sean las relaciones abiertas, el poliamor o en definitiva, las relaciones que no responden a la heteronormatividad. De hecho, si hay una a destacar entre sus múltiples virtudes, esa es la capacidad que el director de "El Club" demuestra atesorar para saber entender la brecha generacional post-millenial, también para saber reivindicar la feminidad subvirtiendo los tópicos que hoy en día parecen atentar contra ella. Es el caso del reaggeton, un género musical que a pesar de ser tachado de machista, resulta el motor de vida, el principal escudo a través del cual fortalecen su existencia y feminidad Ema y sus amigas. De hecho, la que configuran es una suerte de tribu urbana que trasciende la marginalidad a la que parecen estar abocadas creando un universo propio cuyo oxígeno es el baile, a través de una vitalidad proyectada mediante el lenguaje corpóreo, mediante una vida en coreografía que ante todo significa libertad y unión. Luces, elipsis e inolvidables números musicales hacen de esta portentosa obra construida sobre postales de una Valparaíso que parece existir en un mundo aparte.



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