
A veces no hace falta que una película tenga una buena fotografía, un buen sonido, o ni siquiera una enorme producción.
Directores como Sallitt o Sang-soo demuestran que el cine es mucho más que una simple técnica o una mera financiación.
A veces una historia, una interpretación, una emoción o simple un gesto son suficientes.
A veces luchar contra la industria del cine, contra el cine como industria, resulta una pequeña victoria a ojos de unos pocos.