"El director Pere Vilà da razones a los antagonistas -la hija, el hermano- que son los del lado de la vida; pero el punto de vista que elige es el del viejo indigno, que encarna Castel con los puños firmemente cerrados dentro de los bolsillos. Alguien que ha optado por encerrarse, enterrarse en vida en su viejo hogar, un fantasma que vaga entre dos recuerdos de una vida pasada y perdida pero mucho más evocada que su descolorido presente. Castel entrega de forma admirable su corporalidad a componer un personaje pétreo, ingrato, insoslayable como un axioma: así es esta espléndida aunque casi irrespirable película."
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Antonio Weinrichter
de
Hoy Cinema