Miguel A. Reina
A Frederick Wiseman no le interesa tanto lo extraordinario, sino lo ordinario, la rutina del día a día. El estilo del director no necesita entrevistas, ni narrador, no elabora complejas estructuras, sino que observa, contempla, selecciona y ordena. Hay momentos de gran maestría en este largo documental. Hay también reuniones monótonas. Pero es una mirada profunda al corazón de la sociedad norteamericana.