La historia del FRAP a través de sus propios militantes
Tras reventar aforo en la Cineteca de Madrid el pasado 2 de octubre, llega a filmin "La Chispa y la Pradera", un documental ciertamente polémico, pero ante todo valiente, riguroso y definitivamente emocionante, que cumple con la difícil misión de reconstruir la historia del FRAP a través de testimonios de sus antiguos militantes.
Una sola chispa puede incendiar la pradera', es la frase de Mao Tse tung que inspiraba a aquellos revolucionarios e inspira el título. En los años 70 del pasado siglo, el FRAP pretendió acabar por la fuerza con el régimen franquista, y se lanzó a la lucha armada cuando toda la oposición se preparaba para un cambio pacífico. Gran parte de sus militantes fueron detenidos, muchos terminaron en prisión, y tres de ellos murieron fusilados junto a otros dos de ETA poco antes de morir Franco, cumpliéndose el pasado 27 de septiembre 38 años de ello. Sus protagonistas cuentan por vez primera ante las cámaras aquella historia hoy olvidada. Es la crónica de una utopía sangrienta, de un proyecto imposible repleto de sacrificios, audacias y errores.
Como bien nos indican nuestros amigos de Periodista Digital, la película de José Catalán Deus no tiene tesis. No es una apología del terrorismo como algunas autoridades cinematográficas se han apresurado a sentenciar cerrando puertas a su difusión, ni tampoco una condena póstuma. Sólo es un retrato colectivo de un grupo de personas que hace más de medio siglo emprendió una aventura que vista desde hoy puede parecer demencial, pero que vista entonces parecía heróica.
Un poco de historia
A mediados de los años 60 había rebrotado la lucha contra el régimen de Franco, a pesar de que el desarrollo económico y social contentaba ya a muchos. En este combate desigual, destacaron fugazmente unas siglas: FRAP. El Frente Revolucionario Antifascista y Patriota pretendía acabar con la Dictadura por la fuerza. Partidario de una república popular y federativa, el FRAP se lanzó a la lucha armada cuando toda la oposición se preparaba para un cambio pacífico. Su radicalismo casi suicida fue un fracaso. Gran parte de sus militantes fueron detenidos, muchos sufrieron malos tratos y terminaron en prisión, y tres de ellos murieron fusilados dos meses antes de morir Franco. A pesar de todo, el gesto del FRAP no fue inútil, y el fuerte rechazo a las ejecuciones contribuyó a aislar al Régimen y evitar que se prolongara un franquismo sin Franco, propiciando una transición pactada.
Después de tanto tiempo, algunos de sus protagonistas cuentan aquella historia por vez primera ante las cámaras. Es un capítulo casi desconocido de nuestra época; la crónica de una causa idealista, repleta de sacrificios, audacias y errores. Una experiencia que merece ser recordada como "La Chispa y la Pradera" bien nos atestigua.