

peterkien
Una película perturbadora, enfermiza, insana, difícil de ver, pero cuya puesta en escena no deja de ser deslumbrante. En un mundo donde todo se transforma en un producto susceptible de ser vendido, no resulta desorbitado imaginar un futuro donde los virus que han padecido algunas celebridades puedan ser adquiridos por su legión de fanáticos seguidores. O también la enfermedad como metáfora de la degradación moral, de la manipulación colectiva. Pero el verdadero valor cinematográfico de esta película reside en su elegantísima y significativa planificación, en ese color blanco inmaculado que parece querer contrastar con la insania de su base argumental, en esos planos que refuerzan la distopía presente en nuestra vida cotidiana. Cronenberg hijo sigue los pasos brillantes de su padre. Todos de alguna manera compramos virus infectados solo porque otros los han padecido antes. La sociedad de consumo se basa en buena medida en eso.
23 noviembre 2019