Entrevista a Álvaro Pastor, co-director de "Yo también"
Han ganado infinidad de premios gracias a sus primeros trabajos "Uno más uno menos" e "Invulnerables". Ahora, su primera experiencia en el mundo del largo, "Yo, también", compite estos días en la Sección Oficial del Festival de Cine de San Sebastián. Mérito no le falta a esta propuesta, una obra profundamente conmovedora que arroja luz sobre cuestiones que nos atañen a todos. Su estreno comercial llegará el próximo 16 de octubre; la cita es ineludible.
1- ¿Cuáles fueron los títulos que marcaron tu infancia?
A.P. Me viene a la cabeza “Blade Runner”; me dejó muy impactado con 8 o 9 años. Luego me gustó mucho el cine de autor, Bergman sobre todo, pero sus películas no las vi de pequeño, las vi ya de muy mayor. “Exótica” de Atom Egoyan me encantó: tampoco la vi de niño, fue un poco más tarde. Es el ejemplo de cómo se puede contar una historia tan interesante más allá de la forma.
A.N. Más que de pequeño, de la época en que era adolescente: “El color púrpura”.
2- ¿Un director de cine al que admires?
A.P. De los grandísimos, Bergman, Kubrick… Buñuel me parece el mejor director de cine de la historia. De los que aún están vivos me gustan muchísimo Haneke, Winterbottom por su manera de trabajar, de acercarse a la realidad y también porque su creación de personajes es extraordinaria. Me encanta Atom Egoyan: no sabes cuando me enteré de que iba a estar en San Sebastián con él…
A.N. Woody Allen. Parece que gana talento con los años.
3- ¿Una película que querrías haber firmado?
A.P. “Persona”: es lo más moderno que hay. Me hubiera gustado mucho hacerla (semanas más tarde)También me hubiera gustado filmar "Las tortugas también vuelan" o "Wonderland" o "Half Nelson", en fin, ahora se me ocurren un montón.
A.N. “Secretos y mentiras”
4- ¿Un plano que siempre recuerdes?
A.P. El final de “Con faldas y a lo loco”, el de la frase “Nadie es perfecto”. Me parece una audacia total para la época. También me acuerdo de una imagen toda iluminada de rojo, estoy seguro de que era de una película de Kubrick, pero no recuerdo ahora su nombre (semanas más tarde). Ya sé que será un poco tarde pero el otro día estando en San Sebastián me vino una imagen inolvidable a la cabeza. La del chico sin brazos de "Las Tortugas también vuelan" pedaleando en su bici por la carretera desierta en medio de nada. Es una imagen brutal.
A.N. El de “nunca más volveré a pasar hambre”, con la música, ¿eh? Ese sí que es de la infancia…
5- ¿...y una línea de diálogo?
A.P. Me quedo con la que he dicho antes.
A.N. En “Secretos y mentiras”, cuando la chica negra le dice a su madre biológica que ella es su hija. No tiene casi diálogos, pero los silencios son tan significativos. Me encantan los silencios.
6- ¿...y un personaje secundario?
A.P. Me acuerdo ahora del personaje de Toni Collette en “Las horas”. Sale 5 o 6 minutos en total, en el papel de un ama de casa de los años ’50. Es una interpretación muy fina, en ese tiempo lo entiendes todo, cómo está atrapada, qué le gustaría hacer y no hace… Esos pocos minutos son suficientes. También me encanta el que interpreta Fionnula Flanagan en “Transamerica”, de madre de la protagonista. Los secundarios norteamericanos son impresionantes, aunque en el caso de Fionnula, creo que ella es de origen irlandés. Nada más aparecer en plano el espectador lo entiende todo, no necesitan diálogos…
A.N. Bueno, es de reparto, pero me quedo con el que interpreta Dustin Hoffman en “Cowboys de medianoche”.
7- Recomiéndanos alguna película que hayas visto recientemente.
A.P. “Anticristo”. La recomiendo. Por encima de amantes y detractores, Lars Von Trier es un genio. La película que hizo antes que esta, “El jefe de todo esto”, no me gustó demasiado, pero “Rompiendo las olas” es extraordinaria. Sé que es fácilmente criticable, recurre a unas provocaciones… Pero a mí me pareció bastante bien.
“Enemigos públicos” también me gustó.
A.N. Me ha gustado mucho últimamente “Millennium”.
8- ¿Rodarías alguna vez una serie de TV?
A.P. Sí, a ver, no me gustaría tener que rodar una serie de televisión española mala por dinero, pero me gustaría poder hacer “A dos metros bajo tierra”. El primer episodio me parece una lección de guión. También, cualquier episodio de la primera temporada de “Urgencias” (la norteamericana). En las series españolas los actores están fatal, no han tenido tiempo de prepararse… Hasta ahora no he necesitado dirigir ninguna serie, eso sí, vivir con lujo no vivo (risas).
A.N. Si me gusta, desde luego que sí. Si a mí me interesa desde luego que sí, y si es por dinero también, como no lo tengo… (risas).
9- ¿Hay alguna novela que querrías adaptar?
A.P. Nuestro próximo proyecto es precisamente la adaptación de una novela, pero no podemos decir el título porque todavía no tenemos los derechos. Este tema me impone mucho respeto, me encantaría por ejemplo ser capaz de llevar al cine “El hombre que se enamoró de la luna” (Tom Spanbauer), pero es imposible. Si fuera un grandísimo director, tal vez, pero no me creo capaz de hacerlo.
¿Puedes adelantar algo sobre vuestro próximo proyecto? Cuando tengamos los derechos te llamo y te lo cuento (risas). Es la historia de una mujer española.
A.N. No sé, ahora mismo no soy muy lector de novelas, soy muy ensayista: me gusta cualquier cosa de psicología, soy muy retorcido. La primera novela que leí me gustó mucho y es la que estamos con Álvaro intentando conseguir los derechos para llevarla al cine.
10- ¿35mm o rodaje digital?
A.P. Cada historia necesita un formato. A mí me da igual, en realidad lo que me gusta es un rodaje ligero. “Yo, también” la hemos rodado en 16mm y luego la hemos hinchado a 35mm. El 16mm te permite rodar en cine y tener un rodaje ligero, se adapta a lo que hacemos, a un tipo de producción pequeña… El digital me parece muy bien; nosotros ya hemos hecho algún corto en digital.
A.N. Depende del proyecto. Nosotros normalmente trabajamos en 16mm y luego pasamos a 35mm. Prefiero cine, ya sea en 35, 16… o 25mm (risas).
11- En el rodaje, ¿improvisas o te ciñes al guión?
A.P. Nosotros nos ceñimos mucho a lo que es la situación, una vez que está contada podemos improvisar o abandonarla. Hay que acertar con la situación o con la escena. El texto no es lo más importante, ni que fuéramos Shakespeare, lo importante es qué pasa en cada momento por debajo de los textos. Eso lo llevamos bien amarrado para poder improvisar; hay que tener clara la situación para que las improvisaciones vayan en esa dirección. Teníamos poco tiempo de rodaje y hemos ido modificando el guión sobre la marcha.
Para poder improvisar bien y que no sea una tontería tienes que tener todo muy claro y a la vez que eso que tienes tan claro no te impida ver lo que surja luego en el rodaje, sobre todo en nuestro caso, ya que trabajábamos con personas con Síndrome de Down que siempre aportan cosas nuevas y son imprevisibles.
A.N. En rodaje me ciño al guión pero me gusta improvisar con lo que surge en el momento, con lo que pasa en la escena. Incluso por imagen es imprescindible cambiar. Te puede llover donde no tenía que llover, también por espacio… Si hacemos cambios son cambios que no retrasan, que se ve en el momento que es mejor hacer eso. En cuanto a la interpretación, depende de la relajación del actor, del trabajo anterior, de la exploración del personaje que haya hecho. En el set no es momento de improvisar. Nos gusta ensayar bastante en forma de sesiones de trabajo previas.
12- ¿Cuál es la escena de tu filmografía que más te ha costado rodar?
A.P. La escena de la notaría de esta película. Pedimos a nuestro ayudante que nos dejara siete horas para rodarla. Era muy complicado contarla con verdad. Nosotros no hemos gastado nada en grúas, ni en travellings, nada… Piensa que todo está rodado con cámara al hombro, no hay ningún plano hecho con trípode. Para una producción pequeña como la nuestra era un lujo contar con casi un día entero para rodar una escena, pero era necesario.
Los resultados se ven, la escena está realmente bien ¿cómo la valoráis vosotros? Mucha gente nos ha dicho que es una de las mejores escenas de la película, nosotros estamos muy contentos con cómo quedó.
A.N. Hay una escena que nos resultó muy difícil. Una escena que yo interpretaba, y cuando yo interpretaba como también estaba pendiente de dirigir todo se volvía una poco más complicado. Se juntó el hecho de que dirigía, interpretaba y además hacía mucho calor. Es cuando yo le digo a Pablo, “no me pienso sentir culpable por lo que tengo”. En esa escena acabé verdaderamente exhausto. Fue muy complicada porque además hicimos un trabajo de exploración del personaje que había cambiado muy recientemente… Inicialmente yo no iba a ser el hermano de Pablo. Al convertirme en su hermano en la ficción, había que adaptar un poco el rol, que era totalmente diferente. Acertamos con la posibilidad de que fuera su hermano y no su amigo. Todas esas cosas las fuimos encontrando conforme íbamos trabajando.
13- ¿Un consejo para alguien que quiere dirigir o que está a punto de hacerlo?
A.P. A mí concretamente me obsesiona mucho ver en películas y también en cortometrajes el desinterés por los personajes. Es muy complejo crear personajes, yo veo cómo los actores naufragan en los textos, dentro de personajes que no son de esa situación. Es algo que nos ha pasado, que nos pasa a todos. Primero está la película que escribes, luego la que ruedas y luego la que montas. Encariñarse, engolosinarse con tu propia creación juega en tu contra. Hay que tener un cierto desapego y ser capaz de renunciar. El trabajo con los actores es muy importante: hacemos ficción, no dibujos animados. Si variamos la idea original surgen personajes mucho más interesantes.
A.N. Que no se apegue a la idea de película que tiene en la cabeza. Que la idea que uno tiene es sólo el inicio de algo mucho más grande. Es nuestro método de trabajo, cuando tenemos un primer borrador vemos las posibilidades que tiene. Nuestros guiones son algo inacabado, su culminación no sólo es el rodaje, también es el montaje. No ver el guión acabado chimpún lo puede enriquecer.
14- ¿Crees que hay alguna solución para que el cine independiente sea visto por más gente?
A.N. La única solución es que el cine sea suficientemente astuto, el arte no está reñido con el público. Como cineastas tenemos que saber lo que queremos contar, en segundo lugar, hay que saber si es interesante para el público, y en tercero, tener la capacidad de ofrecérselo de una manera entretenida, amena y, si se puede, brillante. El público irá al cine si encuentra una película interesante para ver. Hay que pensar en el público: no está reñido lo que uno quiere hacer con lo que gusta a los demás.
15- ¿La revolución digital nos permitirá ver más y mejores películas o simplemente nos dejará aturdidos?
A.P. Nos va a permitir ver más cosas, pero no todo va a ser interesante. Es positivo el hecho de que haya mucha más gente que tenga los medios para hacer cosas. Y es interesante precisamente porque nunca sabes dónde puede estar el talento. Mira, al Festival de San Sebastián van unos chicos que han rodado en Georgia con la mitad del presupuesto con el que contábamos nosotros (los lleva nuestra misma productora) y está muy bien.
El digital te permite no encontrarte con las trabas habituales del cine; profundizar en lo que cuentas ya es más complicado.
A.N. No tengo ni idea, a mí me aturde un poco. Me aturde tanta imagen. El empacho de imágenes creo que no es bueno para crear, yo prefiero una semana en el campo que hincharme a ver imágenes… Son una fuente de información, por supuesto, pero yo no soy muy cibernético.
16- ¿Desde tu punto de vista, son útiles las escuelas de cine?
A.P. Me parece que es imprescindible formarse; tengo mis dudas sobre algunas escuelas, en concreto algunas que conozco. A mí me hubiera gustado formarme menos autodidactamente, hubiera querido para mí una formación más completa. Creo que se abandona en las escuelas el trabajo en la dirección de actores y que hay un culto excesivo a la personalidad de directores, montadores… En cuanto a las escuelas de interpretación, hay algunas que están muy bien y otras que no tanto. Hay mucha diferencia en la capacidad de los actores de encarar personajes con un mínimo de verdad. Hay veces que se piensa aquí que la interpretación consiste en hacer a alguien que no eres tú, pero eso es muy viejo. A las escuelas les falta modernizarse, saber cómo contar las cosas sin seguir planteamientos atávicos.
A.N. Son útiles porque son un punto de encuentro para formar equipos de trabajo en un futuro, personas que te van a ayudar a hacer cine. Uno no está solo; eso es importantísimo. Yo nunca fui a una escuela de cine. Para aprender todos los oficios del creo que son ideales, pero el cineasta también es un artista; puede no serlo y hacer sólo películas bien. Los cineastas- artistas saben cómo responder a una necesidad del público de ver determinadas cosas. El artista conecta con una necesidad de la sociedad de ver algo.
Muchas películas se trabajan desde la televisión, desde qué hay ahora, recogen toda una serie de referencias… Pero hay que buscar dentro, y hay que buscar con lupa. Primero tienes que saber quién eres.
La autocrítica es muy buena.
“YO, TAMBIÉN”
Álvaro:
17- ¿Dónde empezó todo? Tengo entendido que la primera vez que visteis por televisión a Pablo Pineda supisteis que queríais hacer algo con él… ¿Es cierto que escribisteis una primera versión del guión sin conocerle?
Sí, así fue. Bueno, porque nosotros estamos como una chota (risas). Estábamos preparando un proyecto con una compañía de danza integrada por chicos con Síndrome de Down. Además, bueno, nosotros estamos bastante familiarizados con este tema, rodamos el corto “Uno más uno menos” con la hermana de Antonio como protagonista… Entonces apareció Pablo Pineda en televisión, le vimos y enseguida conectamos con él. Nos alucinó. Esa cosa que tiene de encontrarse fuera de sitio, en lo que es la discapacidad y también entre la gente normal, el verle en tierra de nadie… ¿Quién no se ha sentido fuera de lugar? Su historia es la de todos. Es la encarnación de la exclusión, queriendo ser una persona integrada porque tiene un título universitario, etc. Es listísimo, podría darnos clase a ti, a mí y a todos, pero la realidad es que no le dan trabajo. Es muy difícil que en un colegio lo pongan de profesor. Él no tiene discapacidad. Cuando lo vimos entramos en shock. En ese momento estábamos haciendo un taller de guión en Casa América con Fernando Castets como profesor y escribimos el proyecto sin conocerle.
¿Cómo lo recibió él?
A nosotros ese tipo de situaciones no nos cogía por sorpresa. Estábamos acostumbrados a trabajar con actores no profesionales, en “Invulnerables” trabajamos con gente de un grupo de terapia, en “Uno más uno menos”, con la hermana de Antonio, Lourdes, que es Síndrome de Down… Nos tiramos a la piscina, aunque ya sabíamos un poco cómo hacerlo. No íbamos a decirle “vas a ser famoso”. Fuimos con delicadeza, con respeto. Se leyó el guión y le gustó.
18- ¿Pablo se interpreta a sí mismo en la película? ¿Qué distancia hay entre la persona real y el protagonista, Daniel?
Lo estuvimos dramatizando, es una historia de ficción. Lo que más nos interesaba de todo, por encima del tema laboral, era el hecho de que Pablo tenía ganas de tener una pareja, de encontrar a una persona. Hay parte de realidad y parte de ficción, la madre en la vida real es una persona muy inteligente pero no es tan sofisticada como la madre que interpreta Isabel García Lorca. Quisimos que fuera así porque entonces el espectador podía llegar a entender de alguna manera de dónde le viene la singularidad, eso de ser especial, a Daniel. Imaginamos para él una familia peculiar porque así la peculiaridad de él no se iba a hacer tan rara al espectador. Pero en la realidad su familia no te hace pensar en nada fuera de lo normal, la peculiaridad es sólo cinematográfica. Hemos hecho alter egos que tienen puntos de tangencia con los personajes, pero permitiendo salvaguardar la intimidad de las personas que nos han abierto su casa y su corazón. El proyecto se tiñe de algo verdadero que hay entre nosotros.
19- Tengo la impresión de que el hecho de que la película funcione tan bien se explica porque habéis estado muy cerca de vuestro protagonista, de su entorno, porque habéis estudiado cómo es su vida, cómo se siente… Ha habido un proceso de documentación muy grande ¿Es eso cierto?
Sí, completamente cierto. Lo hacemos siempre, es un método casi patológico. La verdad se filtra por ahí, forma parte de la naturaleza del propio proyecto. Ahora me has hecho pensar, es algo sobre lo que no había reflexionado.
20- Con “Yo, también” volvéis a explorar el mismo tema que abordabais en el cortometraje “Uno más uno menos” ¿Por qué? ¿Creéis que en nuestra sociedad hay un gran desconocimiento sobre cómo viven y se desarrollan las personas con discapacidad psíquica?
En cuanto vimos a Pablo supimos que era una persona cuya historia iba a trascender el tema de la discapacidad psíquica. Cuando conoces y tratas a personas con discapacidad intelectual llegan a fascinarte. A mí personalmente me fascinan, me parece que tienen una gran belleza estética, yo he aprendido con ellos muchas cosas. Sin ponerme muy místico: si tuviéramos una relación más directa con una persona discapacitada intelectualmente veríamos la vida mucho mejor. Ellos están aquí por algo, es fascinante.
21- Pero también hay un punto de vista social… Habláis de la importancia de las familias, de las instituciones.
Sí hay un punto de vista social, sobre todo es social, el amor es social, no depende sólo de ellos, sino de otros. Tú quieres tener novio, vas a la calle y te lo echas. Daniel es tan especial que no lo consigue. La familia a veces es el único horizonte de las personas con discapacidad. Y piensa que en lo laboral y que en la integración relacionada con la educación España es uno de los países más evolucionados. Nosotros hemos investigado mucho y en lo que se refiere a la integración con las demás personas, estamos a años luz con respecto a Austria, por ejemplo. Las relaciones entre personas con discapacidad es un asunto complicado de manejar por las familias. En la película es algo que se muestra sin juicios, ves a esa madre que no puede con el tema de su hija.
En la película se muestra cómo se les infantiliza…
Sí, se les trata a menudo como a niños. Pero una discapacidad intelectual no te deja detenido en la infancia. Tienes las mismas necesidades que los demás. Eso se hace evidente al espectador, que ve que la necesidad es real: Pablo es como nosotros, tiene nuestras mismas necesidades afectivas, sexuales… Lo mostramos sin cuestionarlo.
22- La película consigue reflejar muy bien la soledad de Daniel: no es como el resto de chicos con Síndrome de Down, por un lado, y tampoco como la gente de su entorno más inmediato (familia, compañeros de trabajo…). ¿Cómo habéis trabajado este aspecto?
Yo creía que no estaba lo suficientemente trabajado porque hemos tenido que renunciar a escenas que no pudimos rodar y a otras que rodamos que no quedaron bien. Pero la gente comenta que sí, que a pesar de que no aparece en muchos planos solo, se ve su soledad bien reflejada. Es la soledad acompañada, que a mí me llama mucho la atención. A mí me ha pasado con la familia: cuando estás rodeado de gente que no para de hablar… Y hablan para no ver el problema, en el caso de Daniel, que es un chico que tiene necesidades y que está sufriendo un proceso doloroso.
Antonio:
23- Me interesa mucho el personaje que interpreta Lola Dueñas, muy tridimensional, lleno de contradicciones, con un pasado marcado por algo que no se cuenta, pero que podría estar relacionado con abusos cometidos por su padre… Un personaje complejo que trata al protagonista, según él mismo reconoce, como si fuera “normal”. ¿Por qué este personaje al final no es capaz de traspasar la barrera del qué dirán? ¿En este mundo en el que vivimos no cabe esperar un final en el que los dos terminaran juntos?
Es verdad que es muy complejo. El personaje de Laura tiene una gran capacidad de amar sin que ella lo sepa. El encuentro es curativo para los dos, nosotros no pretendíamos, es decir, es demasiado osado dejar cerrado este asunto… Trabajamos mucho desde el documental, desde lo que podría ser posible, lo que es la realidad de este país. Incluso llegar a que ella tuviera una relación sexual con él ya nos parecía demasiado osado. En la película, Daniel busca una pareja, alguien que le acompañe toda la vida. Pero en esto había un factor muy importante: la sexualidad. El protagonista es virgen. El haber encontrado una mujer como Laura, que se ocupa de solucionar su problema por amor, porque le quiere, es algo muy positivo. Laura es una mujer con una experiencia de vida muy superior a la de Daniel. Lo que les une precisamente es que él es Síndrome de Down. Ella es capaz de utilizar la sexualidad por amor.
24- Tengo la impresión de que el itinerario que dibuja la película, de alguna manera, hace que el espectador sopese esta posibilidad…
Es que podría ser posible.
25- Daniel culpa a su madre por haberle estimulado tanto con sus lecturas, por haberle hecho diferente al resto de personas con discapacidad psíquica. ¿Es un conflicto realista o es una licencia para la película?
Bueno, en realidad es una pregunta que se hace y la suelta, ¿por qué yo, que soy tan especial, no puedo conseguir lo que quiero? Cuando Pedro consigue a Luisa y Luisa consigue a su Pedro, cuando él, Daniel, se encuentra muy por encima de ellos… Daniel se lo dice a su madre, se lo dice a Dios y está ella en su lugar. Pero él ha nacido así, es especial, no tiene que ver con eso.
26- “Yo, también” está llena de escenas brillantes y muy significativas, como la del ascensor, donde Lola Dueñas intercambia algunas palabras con Daniel en presencia de unos señores… Consigue reflejar muy bien la intimidad, la complicidad a la que llegan los dos personajes. Y como esa muchas más ¿Cómo habéis ideado estas escenas tan útiles para mostrar la progresión en la relación de los dos?
Con mucha lectura, comprendiendo muy bien antes cómo es la relación en cada momento, y trabajando la relación con Pablo y Lola Dueñas. Han trabajado fantástico a nivel personal.
27- ¿Cómo recibís la noticia de que “Yo, También” forma parte de la Sección Oficial del Festival de San Sebastián?
Con mucha alegría, es como un regalo ya. Que me caiga una concha ya es como la Concha de Oro. De hecho, la voy a buscar yo, me traeré la más bonita que encuentre en la playa (risas).